El enorme y diverso potencial para las Energías Renovables No Convencionales, ERNC, que tiene Chile, constituye una condición envidiable para cualquier país del mundo. Entre geotermia, eólica, pequeñas y medianas centrales hidroeléctricas, biomasa y solar, más -a futuro- mareomotriz, tenemos un total de 324.000 MW.

Los estudios que permiten compararlas desde el punto de los costos actualizados y nivelados, es decir considerando costos de inversión, operación, factor de planta y años de construcción, hacen que hoy en día las ERNC, al menos en 3 áreas como biomasa, eólica e hidroeléctrica, sean más económicas que los megaproyectos hidroeléctricos e incluso los térmicos a carbón.

Las ERNC no pueden entrar con sus ventajas al sistema por la excesiva concentración de un oligopolio con leyes y reglas que le permitan afianzarse en ello. De ello dependen los Planes Indicativos de obras o programas futuros, el Centro de Despacho y Carga Eléctrica y el financiamiento del Panel de Expertos, entre otros. Para resolver esto el Senado ha aprobado la Ley 20-20, es decir un 20% de la matriz con ERNC, para el año 2020 que de paso reduce en un 20% los gases de efecto invernadero y permite entrar nuevos actores más convenientes al sistema.

El proyecto de "carretera eléctrica" no puede ser entendido como para beneficiar a los megaproyectos hidroeléctricos en la Patagonia y traspasar la cuenta de transmisión de 2.300 Kms. a las boletas de los usuarios y como negocio con la minería. La carretera eléctrica se justifica en la medida en que se una el Sistema Interconectado Norte con el Sur y el que se refuerce el tramo permitiendo entrar a las ERNC.

A todo lo anterior hay que agregar que por la vía de la Eficiencia Energética se pueden dejar de hacer 2.600 MW de grandes proyectos y, por la Cogeneración se pueden aprovechar 2.000 MW más, a los que se suman 862 de los canales de riego entre las Regiones de Atacama y Araucanía.

La solución real para obtener energía conveniente con círculos virtuosos a niveles regionales, se obtiene con una participación previa y respetuosa de las comunidades y regiones de Chile, para eso están los instrumentos de Planificación Estratégica que permiten definir reglas del juego claras para todos y dar una solución sana que haga que las distintas regiones, en sus diversas vocaciones naturales, no sean destruidas de manera irreversible por los daños que generan las líneas de transmisión.