Medidas de seguridad tras la erupción del volcán Calbuco

Medidas de seguridad tras la erupción del volcán Calbuco

24 Abril 2015

Especialista de la Universidad del Pacífico cuestiona las medidas de seguridad preventiva y de respuesta ante emergencias de esta envergadura y plantea la urgente necesidad de modernizar la institucionalidad de los servicios de protección civil.

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No hubo previo aviso: la erupción del volcán Calbuco el miércoles 22 de abril a las 17:50 PM fue la que activó la alerta en los alrededores de Puerto Montt. Muchos se preguntan entonces cuáles son las medidas de seguridad preventivas y de respuesta que existen en Chile, considerando que es un país de mucha actividad volcánica.

El académico de la carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgos de la Universidad del Pacífico, Alexander Betzhold, señala que el primer aspecto a analizar dice relación precisamente con la alerta, que en este caso fue la propia explosión del volcán, con luz de día y en un horario de actividad laboral, “lo que permitió la fácil detección por una población despierta y en pleno funcionamiento”, comenta el académico.

“Pero, ¿qué habría pasado si esto ocurre en la madrugada, cuando todos duermen? ¿Cómo habrían sido avisadas las personas potencialmente afectadas? ¿Mediante algún tipo de alarma sonora o telefónica de origen municipal o regional; de alguna persona encargada que se encontrase de turno, tanto en el ámbito rural como en localidades urbanas?”, se cuestiona Betzhold.

Otro punto importante a considerar es que una vez alertada la población, ya sea de forma autónoma o guiada, se generó una preocupación importante por abastecerse de combustible, agua y alimentos, para prever una situación posible de colapso en los días posteriores. “Esto  demuestra temor frente a la incertidumbre del funcionamiento del comercio bajo situaciones de emergencia. Esta es una lección sobre lo estratégico de generar orden y un sistema de funcionamiento especial que garantice el acceso a los bienes básicos, mientras se desarrolla la emergencia”, dice el experto.

Todos sabemos que Chile es un país de catástrofes, pero aún no estamos preparados para enfrentarlas adecuadamente. Por ello, Betzhold indica que “es importante siempre considerar la evaluación permanente de la amenaza o valoración del riesgo y de las pérdidas, que consiste en una vigilancia y ajustes de los niveles de alerta y respuesta, de acuerdo a cómo el desastre natural y sus efectos van cambiando de intensidad”.

En el caso de la actividad volcánica, puntualiza que el monitoreo se refiere a la liberación de magma, gases, nubes de cenizas, desprendimientos de material, proyección explosiva de partículas, derretimiento de nieve, formación de derrumbes, aluviones y eventuales sismos asociados.

Ya en una segunda fase, debido a la acumulación de cenizas volcánicas ricas en azufre que han ido depositándose sobre el terreno e infraestructura en las cercanías del Calbuco, la autoridad deberá organizar las tareas de limpieza y descontaminación colectiva y ambiental. Para ello, el profesional de la Universidad del Pacífico señala que “requiere contar con una capacidad tecnológica de nivel industrial en los servicios de aseo municipal, bomberos o defensa civil, pudiendo aprender de los ejemplos en Europa, como Alemania, República Checa, Italia, etc, que cuentan con medios portátiles de hidrolavado y vapor para calles y casas, con aplicaciones en desastres naturales como inundaciones, erupciones y derrames masivos en calles y poblaciones de químicos”, aconseja.

“Chile es un país con una larga historia de desastres naturales como incendios forestales, terremotos, tsunamis, aluviones y erupciones, que se han vuelto frecuentes y donde la población y los organismos de respuesta han ido adquiriendo un nivel de experiencia, que demanda urgente modernizar la institucionalidad de los servicios de protección civil”, concluye el académico de la carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgos de la Universidad del Pacífico, Alexander Betzhold.