El momento de las redes de mujeres

El momento de las redes de mujeres

25 Agosto 2021
En Chile asistimos a un punto de crisis convergentes en el que debemos plantear las cosas de manera diferente. ¿Y si reivindicamos lo colectivo como una forma común de respuesta que supere el dilema de la precariedad?
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En conversaciones con mujeres de la comuna de Maipú en las se planteaba cuáles eran los problemas que enfrentan y que podrían ser abordados desde la gestión municipal, el tema de la violencia intrafamiliar surge como el más grave y preocupante. Frente a ella, son las mismas vecinas de las afectadas las que acudían como primera línea en la ayuda de la emergencia, como una red de apoyo, marcando una diferencia muchas veces vital. Hablamos de un tipo de violencia que, según datos del Instituto Milenio para el Estudio de Imperfecciones del Mercado y Políticas Públicas, habría aumentado durante la pandemia del Covid19, de tal forma que se incrementaron los llamados de auxilio en 43,9% y en 38% los femicidios frustrados. 

Siendo la mayor parte de estas mujeres cuidadoras, hay datos elocuentes que expresan las vulnerabilidades que enfrentan, en donde la violencia intrafamiliar se encuentra estrechamente vinculada a la vulnerabilidad económica. En Chile, 42,16% de las mujeres realiza cuidados y la carga horaria diaria de estas labores es de 5,9 horas realizadas por mujeres versus 2,8 horas realizadas por hombres según la encuesta ENUT 2015. Durante la pandemia, dicha carga horaria en algunos casos ha aumentado hasta en más de 8 horas diarias según el informe MOVID19. Asumir las tareas de cuidado suele conllevar no poder insertarse laboralmente o no poder trabajar por jornadas completas (subempleo) lo que obstaculiza una independencia económica que tiene su contracara en la “feminización de la pobreza”: donde un 60% de los hogares pobres tienen como jefes de hogar a mujeres, versus un 48,9% en los hogares no pobres, según la encuesta CASEN 2020.

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Frente a tal escenario, surgen iniciativas para superarla colectivamente como “Por Todas”, que apoya a dirigentas sociales en proyectos que mejoren la calidad de vida de sus comunidades y que últimamente se ha hecho popular por los “rincones tecnológicos” que sirven de apoyo a niños en la realización de sus tareas escolares. La iniciativa surgió en La Pintana y, a la fecha, ya ha articulado una red de 100 mujeres en 15 comunas de Santiago y Valparaíso. Otro ejemplo de redes en tiempos de pandemia es el Banco Solidario de Alimentos, que dispuso de una vitrina web para el apoyo de ollas comunes con un directorio de contacto de agrupaciones de diferentes comunas del país. 

A pesar de estos inspiradores ejemplos, como señala Karin Berlien, investigadora de la Universidad de Valparaíso, lo que comúnmente se observa es que dichas redes que se articulan se enmarcan en una economía popular para resolver la precariedad, pero que no llega a alcanzar niveles mayores de formalización. 

Dado que en Chile asistimos a un punto de crisis convergentes en el que debemos plantear las cosas de manera diferente, estas iniciativas nos señalan cómo, desde lo colectivo, podemos no solo satisfacer necesidades de tipo material si no que también es posible dar respuesta a necesidades de pertenencia y apoyo mutuo que hagan partícipes a las personas de su propia comunidad. ¿Y si reivindicamos lo colectivo como una forma común de respuesta que supere el dilema de la precariedad? 

Frente a este necesario cambio de paradigma, no ayuda situar el protagonismo de las mujeres desde la vulnerabilidad sino desde sus capacidades. Muestras, están dando de sobra al resaltar la importancia de lo colectivo desde los territorios que habitan.

Por Constanza Morales Lavín, Economista, Vocera Comunal de Maipú (Partido Liberal)