Brecha de Género: Menos del 4% de las empresas en Chile son dirigidas por mujeres

03 Marzo 2013

A menos de una semana de conmemorarse el Día internacional de la Mujer, informes internacionales revelan una significativa brecha de género en las empresas chilenas, cuyos puestos de poder son ocupados casi exclusivamente por hombres.

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Solo un 3,4 por ciento de los directorios de empresas chilenas son presididos por mujeres, en comparación a un 15 por ciento de mujeres estadounidenses y 14% de europeas que ocupan el mismo cargo en sus respectivos países. Así lo revela un informe sobre la incorporación femenina en el mundo corporativo del centro de estudios Corporate Women Directors International.

El informe ubica a Asia en tercer lugar con un 7,1 por ciento de mujeres al mando de puestos directivos, mientras que en América Latina ellas ocupan solo el 5,6 por ciento de estos cargos en promedio. Colombia sobresale en la región con una participación del 9,9 por ciento, seguido por México y Brasil, con cifras que apenas superan el 5 por ciento.

Mas Latinoamérica no ha experimentado mayor crecimiento en esta área durante el último tiempo: la participación laboral femenina en la dirección de grandes compañías se incrementó solo en 4 décimas desde el 2005 a la fecha.

Chile no es la excepción. Así lo demuestra también un estudio del Sernam realizado el año 2011, el cual indica que solo el 3 por ciento de los directorios de las empresas era encabezado por una mujer, cifra no muy distinta a la de hoy. Un detalle no menor es que la mitad de estas mujeres proviene de familias de empresarios y el 43% de ellas dirige la empresa controlada por su familia.

Para la socióloga del Observatorio de Género y Equidad, Tatiana Hernández, esta diferencia entre el porcentaje chileno, estadounidense y europeo radica, por una parte, en las políticas públicas que cada país ha destinado para la incorporación femenina a los puestos de trabajo.

“Esto básicamente tiene que ver con políticas de igualdad y diversidad que existen en esos países. Tanto en Estados Unidos como en Europa existe legislación al respecto, que exige a las empresas tener a un cierto porcentaje de mujeres a la hora de conformar los directorios”, explica Tatiana. Esto ha permitido a Estados Unidos y Europa destacar en esta materia, a través de leyes que obligan a los empleadores a contratar cantidades equivalentes de mujeres y hombres.

En tanto, en Chile solo existe una normativa voluntaria que reconoce los esfuerzos de las empresas en materia de equidad de género, pero no concede ninguna obligación ni sanción.

Pero no solo la ley es responsable de esta diferencia. Para Tatiana Hernández, el factor cultural es igualmente importante al analizar las razones de la baja participación de la mujer en cargos de alta responsabilidad.

“Esto de que la sociedad siga vinculando a las mujeres como las principales responsables de lo doméstico implica que muchas decidan no tomar la opción de tener mayores cargos de poder al interior de las empresas, de los partidos políticos, etcétera, porque en Chile no están las condiciones para que esas mujeres garanticen el cuidado de sus hijos”, expresa la socióloga.

Así, la maternidad se convierte en una de las grandes limitantes para el desarrollo profesional de la mujer, puesto a que el peso de la crianza de los hijos le es otorgado casi exclusivamente, lo que le impide tener el tiempo suficiente para asumir puestos de alta responsabilidad. Además, el ser madres implica retirarse del mundo laboral al menos durante los periodos de pre y post natal, lo que les impide contar con la experiencia laboral continua necesaria para optar a aquellos cargos.

El informe 2012 del Comité de Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) expresa su preocupación por la baja participación de la mujer en el mercado de trabajo y recomienda al estado chileno intensificar los esfuerzos para establecer medidas y programas encaminados a mejorar la situación de la mujer en el mercado laboral, además de incluir en su legislación el principio de igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor, a fin de reducir las diferencias salariales entre mujeres y hombres.