Conversaciones sobre el #Apruebo: Diálogos con sentido

Conversaciones sobre el #Apruebo: Diálogos con sentido

30 Septiembre 2020

El debate nos permite comprehender el punto de vista de lo que consideramos la “otredad” con quienes cohabitamos, entender cómo se informan y desde dónde emergen sus argumentos, acercarnos a su mundo pese al compromiso emocional que estalla siempre en un enfrentamiento de ideas.

Josefa de la Jara >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

El 11 de septiembre revisaba el Instagram, mirando las historias y publicaciones de mis contactos. Incluso, para permearme del ambiente que se vive en esa histórica fecha, sintonicé un en vivo del Museo de la Memoria, que transmitía en tiempo real el minuto a minuto del golpe, a partir de la recopilación de archivos de audio de diversas radios locales y extranjeras de la época. Sin duda, estremecedor.

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En mi inusual ritual de ese día, todas las publicaciones que vi estaban sumergidas bajo una misma línea y perspectiva general, la cual legítimamente criminaliza los vejámenes cometidos en dictadura; exige justicia y reparación para víctimas y familiares e invita a efectuar el ejercicio de memoria, para no olvidar la historia reciente de nuestro país. No me tropecé con ningún relato distinto, nada que proviniera desde “la otra vereda”.

Me sumergía en esta evocación de un periodo cruento que no viví (con suerte mi madre y padre estaban vives para la época) pero que habito no solo desde una postura política, sino que humana, ética y moral, la cual va más allá de cualquier partidismo o ideología política.

Sin más preámbulo, para desentender un poco las crudas sensaciones que me generó rememorar este día, compartí una infografía sobre el #Apruebo en una historia de mi red social, la cual contemplaba una columna comparativa entre Convención Constituyente (CC) y Convención Mixta Constituyente (CMC). A los minutos recibí una respuesta de mi hermano, a quien amo intensamente y que a propósito, tarde mal y nunca comenta mis historias. El señaló que el material que yo publiqué estaba orientado a manejar la información, encaminado a persuadir que la opción de CC era mejor que la CMC, cuando a su parecer, esta última era más deseable. Apuntaba además que la población votante de la CC busca cagarse a los parlamentarios, por lo que era un claro ataque populista.

En general, tenía razón: El material que compartí no era una inocente tabla comparativa, consistía en propaganda para la CC. No obstante, le pregunté sus razones para congraciarse con lo anteriormente mencionado, a lo que me enumera una lista de cuatro puntos con los cuales defiende su postura respecto a la CMC. Yo procedí a contraargumentar sus estimaciones y facilité nueva información en un marco de respeto. No entraré en detalles de lo conversado. Lo cierto es que con la familia siempre me resulta incómodo hablar de política por la divergencia y lo acalorado que resultan estos encuentros, ya que todos tenemos una postura e intentamos defenderla olvidando a veces el recato.

Doy fe que no soy la única que experimenta esto. Yo al menos prefiero no desgastarme y disfrutar las instancias de reunión abordando otros asuntos. Pero este debate, que finalizó con un escuálido “Puros sueños” por parte de mi querido hermano, fue inspirador, permitiéndome afirmar que hay conversaciones que si bien quisiera evadir y restarme de participar, son justamente necesarias, por muy desgastantes que me parezcan y ese es el gran recordatorio que me dejó esa mañana, el cual agradezco enormemente.

“Pelea bien tus batallas” me han dicho siempre. En estas circunstancias, no conseguiremos nada si entre convencidxs nos dedicamos a compartir nuestros puntos de vista, una situación que siempre sucede entre mis grupos de amigues, en que generalmente estamos de acuerdo en todo, fortaleciendo nuestra identidad y nuestros diálogos con más información, para en consecuencia, reafirmar nuestros puntos de vista y con ello el sentido de pertenencia. No obstante, lo que permite transmutar, es enfrentarse a nuevas perspectivas, salir de nuestra posición de protagonistas de lo que consideramos como nuestra realidad y observarla desde la posición de testigo. El debate nos permite comprehender el punto de vista de lo que consideramos la “otredad” con quienes cohabitamos, entender cómo se informan y desde dónde emergen sus argumentos, acercarnos a su mundo pese al compromiso emocional que estalla siempre en un enfrentamiento de ideas y significar esta experiencia.

Como plantea Maturana "Nuestra individualidad como seres humanos es social”. El trabajo no consiste solo en compartir mi punto de vista, implica también cuestionarme, convivir, estudiar, informarme y sobre todo ello, generar espacios de educación y diálogo. Porque ¿Qué tipo de lucha combatiría si me escapo del debate? ¿Si me quedo en la comodidad de conversar con quienes opinan igual que mí y tan solo criticar? Sé que me resulta cómodo y saludable compartir con personas que tienen visiones de vida parecidas a las mías para no lidiar con disonancias cognitivas, pero si busco generar un mínimo de impacto en alguien, debo aventurarme en abrir mis círculos y reconocer al otro, tal cual lo hace un terapeuta en sus sesiones.

Y mencioné lo sucedido previo a la conversación con mi hermano porque efectivamente, estoy rodeada de personas que suelen pensar igual que yo, compartimos prácticamente las mismas informaciones, los mismos ideales, casi como spam, y me pregunto ¿con qué objetivo?, la sana convivencia y el aprendizaje que intentamos llevar a cabo no resultará con absolutos y negando al otro, al contrario. Toda experiencia humana es formativa, debemos comprender el aprendizaje como un proceso de transformación dado en la convivencia, si queremos transformar el mundo, si queremos cambiar Chile, debemos valorar nuestro medio relacional, escuchándonos, pensándonos, emocionándonos, conviviendo y viviéndonos.

La invitación que hago es a escucharnos, a dialogar e ir escribiendo un relato que abarque las realidades de quienes reconocemos que necesitamos un cambio, en conjunto.