Aprobación en la Cámara de Diputados: Crónica de un acierto

Aprobación en la Cámara de Diputados: Crónica de un acierto

20 Julio 2020

Un intenso debate público en torno a la política de pensiones, suscitó la histórica aprobación sobre el retiro del 10% del ahorro previsional. Ahora, el Senado tiene la palabra.

Gonzalo Bascuñán >
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La medida significó un gran paso dentro de la tramitación legislativa, y fue justificada como un mecanismo excepcional –casi desesperado- para que la ciudadanía enfrente la severa crisis económica ocasionada por la pandemia, y por el deplorable manejo que ha realizado el gobierno sobre ambas.

El Ejecutivo tildó la medida de populista. Discutible. Pero es un error confundir popularidad con populismo, y viceversa. Para ilustrar el punto, la imposición de entregar canastas de alimentos sí fue populista. Buscaba un efecto de reconciliación entre gobierno “y pueblo”, pero, no tuvo ninguna consideración por la dignidad de las personas y familias; la puesta en escena fue francamente, lamentable. El bullado despliegue de autoridades, chaquetas rojas, prensa, medios gráficos y televisión, denotó vulgaridad. Y al final del día, el sabor que queda en el televidente es amargo, costándole perdonar la humillación infringida a sus semejantes y la falta de pulcritud de sus gobernantes.

No. El retiro de fondos es diferente. Tacharlo de populista nada dice de su profundidad. Al contrario, nubla la compresión acerca del amplio respaldo que goza. Y obstaculiza, desde luego, soluciones acordes al apoyo popular; tan sentido por derechas como por izquierdas.

Sin embargo, el Ministro de Hacienda, actor relevante, llamado a construir algún tipo de solución, prefiere hacer gala de su ceguera de tecnócrata, asegurando por CHV Noticias que “instalar un tema de garantías sociales y sistemas previsionales a través de cambios a la Constitución, de alguna forma rompe con el acuerdo de noviembre”. No deja de sorprender que en momentos de máxima inestabilidad económica y social, la autoridad de gobierno abogue empecinadamente por ofrecer respuestas dentro de los estrechos márgenes que otorga la Constitución Política vigente.

Los sectores conservadores que defiende el modelo, y que se atrincheran en el movimiento por el rechazo a una nueva Constitución, son los que impiden una gobernanza tan audaz como necesaria para el conjunto del país. En la encrucijada, y aun con las facultades que dispone, el Ejecutivo se conforma con una posición pusilánime ante “moros y cristianos”. Como si quisiera pasar a la historia no sólo como un gobierno torpe y lento, sino también para el olvido.

Se debe reconocer no obstante, que a pesar de las continuas disputas y fragmentación interna, fue el parlamento el que logró ocupar la posición de liderazgo que hacía falta ante la crisis. Pero el coraje de las y los diputados del sector gobernante, y que permitió a la postre dar el paso  necesario, fue calificado y menospreciado de “izquierda” y “buenismo” por los grupos ultraconservadores e ideologizados, que se aferran al pesado ordenamiento económico y político neoliberal chileno. El poder que tienen, los convierte en un obstáculo para ampliar nuestro de desarrollo como sociedad. Ahí la importancia del plebiscito de octubre 2020.

Técnicamente, la derecha tampoco atina. La Red de Centros de Estudios (Horizontal, L&D, Fundación Jaime Guzmán, entre otros) calificó en carta a El Mercurio que el retiro del 10% es una mala medida y abogan por perfeccionar los instrumentos diseñados por el gobierno por medio de una combinación de créditos blandos y subsidios, en apoyo a la “clase media”. Aunque demasiado tarde, la argumentación de estos grupos (Diario Financiero, 8 de julio 2020) se resume en cuatro puntos:

  1. El retiro de fondos “resta recursos de las pensiones para la vejez”, en vez de buscar fórmulas para aumentarlos,
  2. Tiene efecto regresivo “porque beneficiará más a quienes tengan más ahorros acumulados”,
  3. Transfiere una pesada carga al fisco “porque impone al Estado un deber de restitución de aquello que se haya retirado, destinando una mayor proporción a reintegrar las pensiones de quienes más ahorros tenían”,
  4. Las personas “perderán la rentabilidad que esos dineros podrían ganar estos meses”.

Un economista sintetizó las cuatro ideas en una sola. El retiro no tiene ninguna racionalidad económica y que “frente a la posibilidad de financiarse (con créditos) a costo cero, es francamente estúpida” (La Tercera, 10 de julio 2020).

Cuánta razón tendría la tecnocracia, si no fuera por un dato de la causa: no asigna valor al factor subjetivo de la población. No escuchan su clamor. Y desdeñan la inteligencia que ocupa la mayoría para vivir y sobrevivir honestamente, con solidaridad, y sin causar daño a nadie.

La ciudadanía perdió la confianza en el sistema global, y empuja cambios. Ya no dará más crédito al sistema de AFP. Lo juzga abusivo porque no tiene ningún control sobre el mercado de capitales que crean (forzosamente) sus ahorros previsionales, y porque tampoco le sirve de nada un Estado con cuentas fiscales equilibradas, si ha sido despojado de su función redistributiva, la cual es su razón de ser más elemental, y se ve impedido de proteger adecuadamente las necesidades esenciales de su población.

Después de mucho tiempo el parlamento está ejerciendo su facultad deliberativa ante los ojos despiertos de la ciudadanía. A juicio de expertos se ha cometido un grave “error técnico”. A juicio de la mayoría se ha cometido un agudo “acierto político”. Un acontecimiento que vale la alegría del pueblo y el llanto de los hipócritas. Ahora, el Senado tiene la palabra.