La necesidad de potenciar la Educación Financiera en las Personas

La necesidad de potenciar la Educación Financiera en las Personas

12 Noviembre 2013

La toma de decisiones en cualquier ámbito resulta complicada, en la vida se nos presentan muchos caminos que están bajo la línea de la incertidumbre, esto se pone más complejo mientras menos información tengamos disponible para orientar la decisión que se quiere llevar a cabo.

Guido Asencio >
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En el ámbito financiero, surge la necesidad de establecer cánones educativos adecuados, teniendo como objetivo anticipar decisiones que repercuten en el presupuesto familiar y círculo más cercano, de quienes somos por naturaleza, sujetos de gasto y por tanto, candidatos a entrar al sistema financiero.

En tanto, vemos que últimamente existe bastante interés público por conocer con mayor profundidad cómo funciona el sistema financiero, con énfasis en buscar mecanismos, de tipo tecnológico y educativo, que beneficien e informen de mejor manera a las personas. 

Este tema ha sido puesto explícitamente en las agenda de la mayoría de los políticos, instituciones financieras, cooperativas de ahorro y crédito, asociaciones de consumidores, público en general e incluso en los programas educativos de enseñanza media, lo cual da una buena señal para poner el análisis y entendimiento de las finanzas personales como una necesidad latente, que sin duda, está relacionada con una mejora de calidad de vida de las personas.

En Chile el acceso a los servicios financieros se ha masificado en los últimos años, generando las condiciones necesarias para que personas con limitados niveles de ingreso y educación puedan acceder  a una amplia gama de instrumentos financieros.  Sin embargo, este tipo de prestaciones contiene, muchas veces, información difícil de interpretar, lo cual lleva a justificar por qué es tan importante educar a las personas en el ámbito financiero.

En este sentido la educación financiera puede abarcar una gran cantidad de temas, que fundamentalmente están relacionados con cómo distribuir de mejor manera nuestro dinero, tomando relevancia la teoría clásica financiera que centra su atención en tres tipos de decisiones, denominadas de inversión, financiamiento o distribución, que para el caso de las personas la de distribución no aplica, debido a que se refiere al pago explicito que se le hace a los dueños de una empresa.

En el caso de la inversión el objetivo es naturalmente obtener una ganancia, esto se puede materializar por ejemplo al tomar depósitos a plazo en un banco, invertir en fondos mutuos, comprar acciones de una empresa, etc.  La otra decisión factible de realizar es la de financiamiento que implica básicamente pagar las deudas con el fin de disminuir en cantidad y valores los compromisos con instituciones financieras.  Ahora bien, en el evento de que no se tome ninguna de las dos decisiones, lo que se produce es una capitalización que básicamente es la acumulación del dinero, que se puede ocupar para futuras eventualidades.  

Para profundizar aún más en el ámbito financiero, es importante comprender que la necesidad de adquirir un crédito tiene diferentes orígenes, entre los cuales se encuentran las necesidades cotidianas (por ejemplo el pago suministro básicos como agua, luz teléfono, etc., así como también costos y gastos fijos como el arriendo, gas, leña, etc.) que por definición son ineludibles  y los deseos, que están más relacionados con satisfacer aspiraciones que no son de primera necesidad, y por lo tanto, pueden ser financiadas a un plazo más amplio, asegurando que efectivamente se tengan los flujos de dinero (ingresos que pueden ser permanentes o fijos y extraordinarios o esporádicos) adecuados que permitan garantizar el pago de  cuotas de créditos de forma soportables o derechamente desistir del crédito y tomar alguna otra opción que lo reemplace.

Otro punto importante de tomar en cuenta, es comprender que el atractivo de las ofertas de liquidación podrían convertirse en un mal vicio para nuestras finanzas, debido a que existen personas que creen que por comprar a precios más bajos, van a ahorrar y ganar dinero, pero en realidad la compra de esa modalidad obedece a un impulso que está más arraigado a un deseo que a una verdadera necesidad.  Es cierto que algunas ofertas nos ayudan a adquirir productos o servicios más baratos, pero hay que ser moderados y centrarse en lo que realmente necesitamos, pues si compramos todas las ofertas que existen finalmente podríamos comprometer nuestro presupuesto personal y familiar comprando productos que probablemente nunca los usemos.

Es genuino plantear que la educación financiera debiera estar inserta desde temprana edad, pues los niños y los jóvenes, pues ellos representan uno de los segmentos más efectivos a la hora de educar al respecto, conociendo formas de actuar frente a la compra de un producto o servicio, debido a que su comportamiento financiero va a obtener sus efectos a mediano y largo plazo, que finalmente repercutirá en el desarrollo familiar y en su entorno más cercano.  En esto se ha avanzado, pues desde el Ministerio de Educación existe un Programa de Educación Financiera, que se enmarca dentro del currículum escolar, el cual prepara a los estudiantes para dar una prueba llamada PISA, que mide competencias en materia financiera en los adolescentes de 15 años de todo el país, para comparar sus conocimientos al respecto con otros países, la cual está programada para el año 2015.

Sin embargo, existe evidencia empírica de una cantidad importante de estudiantes de educación superior que se encuentran sobreendeudados, porque les ofrecen líneas de crédito sin tener respaldo en cuanto a flujos financieros se refiere, pero las instituciones financieras suponen y proyectan que estos jóvenes van a tener en algún momento trabajos que permitan que estos nuevos profesionales-clientes entren al sistema financiero, pero lamentablemente esta es una estrategia sustentada en supuestos, perjudicando el comportamiento financiero de cualquier joven profesional, debido a la carencia de programas que ayuden a educar financieramente a estas personas. 

Salir al mercado laboral endeudado claramente es una desventaja, debido a que cualquier empresa que desee realizar contrataciones de personal tiene la opción de comprar información financiera, obteniendo datos del comportamiento financiero de los jóvenes, constituyendo ciertamente un perjuicio a quienes quieren entrar al mercado laboral.

En esta materia el Banco Central realiza desde hace algunos años una encuesta financiera a nivel de hogares, la cual da señales que orientan a concluir que las personas conocen generalmente información respecto a la cuota mensual que deben pagar y cuál es el plazo en que deben cumplir sus compromisos.  Pero  poco conocen acerca de la tasa de interés efectiva que deben pagar, la cual corresponde a la tasa real que se cancela dependiendo de su comportamiento de pago. 

Por este motivo, surge un gran desafío para la educación financiera, considerando que es necesario estar consiente de todas las aristas que llevan a efectuar una buena negociación con la institución financiera, para tomar decisiones acertadas, reduciendo de ésta forma la probabilidad de fracaso en materia de cumplimiento de compromisos, que van quedando en el historial financiero de cada persona.

Por otro lado, son muy pocas las personas informadas respecto al saldo que mantienen en su cuenta de capitalización, lo cual presenta un desmedro en materia previsional, en el cual las Administradoras de Fondos de Pensión (AFPs) debieran cumplir un rol mucho más ágil a la hora de informar a las personas, entregando de manera permanente, estadísticas y datos que serán de vital importancia a la hora de acogerse a su jubilación.

Estos planteamientos nos llevan a concluir que, todavía existe una brecha bastante amplia, respecto al conocimiento y el funcionamiento del sistema financiero por parte de las personas, para ello se debe propiciar la existencia de programas de educación financiera que tiendan a disminuir esta brecha, generando conciencia de cuáles son los efectos que vienen arraigados al asumir un compromiso de manera responsable en términos financieros. Esto debe ir acompañado de regulaciones y fiscalizaciones estrictas de parte del Estado, permitiendo garantizar la estabilidad del sistema financiero, por medio de una educación efectiva que finalmente mejore la calidad de vida de las personas.

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