Desempleo: El costo social de la automatización en empresas nacionales

Desempleo: El costo social de la automatización en empresas nacionales

20 Agosto 2020

Se estima que para el 2050, la mitad de los puestos de trabajos en Chile serán ocupados por máquinas inteligentes, siendo los oficios menos calificados los más proclives a ser reemplazados.

Oscar Cristi >
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La automatización viene para quedarse. Supermercados, retail, manofacturas, serán los más impactados por este sistema que promete reducir los errores, aumentar la eficiencia y por sobre todo, minimizar los costos de producción.

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Sin embargo, la “cuarta revolución industrial”, como la han definido algunos autores, traerá consigo una serie de efectos colaterales adversos para el Estado y las personas, el principal a mi criterio, es la reducción en el número de los empleos que generará una actividad, mientras continúa o incluso aumenta su producción de bienes y/o servicios.

Según McKinsey Global Institute, consultora que en 2017 publicó un estudio sobre el impacto de este fenómeno, afirma que para el 2055 en Chile, la mitad de los empleos serán sustituidos por programas o máquinas inteligentes, panorama que impactará a la población más vulnerable, ya que es ahí donde se concentran los oficios menos calificados.

En cifras concretas, el estudio sostiene que serán cerca de 3,2 millones de puestos de trabajos que se perderán a nivel país, siendo los sectores del retail (800 mil empleos) y manofactura (600 mil) los más afectados, debido al potencial que ambas industrias presentan por la naturaleza de su quehacer.

En general, se estima que toda labor que presente algún tipo de rutina, será propensa a ser sustituida, como la administración financiera, empresas extractivas, los servicios públicos, ventas, operarios de transporte e incluso el sector salud.

La automatización del trabajo, se traduciría en un ahorro para las empresas de US$41 mil millones a nivel país en salarios, cifras que serían el principal argumento para implementar tal innovación.

La transformación es inevitable y a escala global, pero no afectará a todos de la misma forma. Según el estudio, los efectos más profundos, los experimentarán países emergentes con economías concentradas y legislaciones laxas con los grupos económicos, ¿les suena conocida esta descripción?

Aunque es prematuro aventurarse en las consecuencias negativas que tendrá para la sociedad, si es posible advertir al menos que es una posibilidad real. Es por ello, que aún estamos a tiempo para que el Estado fije los lineamientos necesarios para este desarrollo, controlando sus efectos adversos con medidas claras para las empresas.

Los que conocemos la realidad chilena, sabemos que es impensable que las y los legisladores, den importancia a un tema que nos puede afectar en 30 años, teniendo temas urgentes que resolver ahora, ante los cuales ya están respondiendo tarde.

Y es que ese es uno de los principales problemas que tenemos como país, llegar tarde. Respondemos lento ante todo; demandas sociales, depredación del medio ambiente, desigualdad, corrupción, inmigración y la crisis económica-sanitaria que hoy nos aflige.

Por otro lado, la estrecha relación entre el poder político y económico presente en las altas esferas, nos hace estar aún más endebles ante este devenir, pues serán ellos los beneficiarios directos de esta industria 4.0, debido a la excesiva concentración económica en diminutos sectores.

Ante esto me surgen otras interrogantes, ¿no están al tanto de lo que viene o convenientemente no se quieren enterar?

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Aunque el cambio es paulatino, también es constante, por lo que necesitamos con urgencia pensar en una legislación laboral y económica moderna, que establezca límites éticos a la implementación de esta innovación, a la vez que aprovechamos sus beneficios.

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A diferencia de los demás países OCDE, Chile no se precia por tener sistemas políticos, administrativos y legislativos maduros, con atención en el desarrollo humano. Muy por el contrario, su foco está puesto en la productividad y en el resguardo de los bienes materiales.

Ante este panorama, tenemos una oportunidad de cambio, que vendría de la mano con la redacción de una nueva Carta Magna. ¿Podemos como sociedad trazar un camino que dicte los parámetros para el desarrollo?

La respuesta es sí y para ello, debemos dejar de lado la mentalidad cortoplacista que nos ha caracterizado en nuestra historia contemporánea, siendo capaces de ampliar los enfoques a factores que no hemos avisado y que en un futuro serán críticos.

Tal situación, también nos exige como sociedad civil estar más presentes, no podemos desentendernos de todo. Hay que hacer la pega completa, si exigimos lo nuestro, también debemos estar al pendiente de que se cumpla y si no, bueno, demandarlo.

En ese sentido, la conquista del pasado, será también la del mañana. El derecho al trabajo digno. El derecho a la sindicalización y a la organización.