Deporte, discursos e identidades: ¿Productos o proyectos?

Deporte, discursos e identidades: ¿Productos o proyectos?

21 Septiembre 2020

Si queremos incluir al deporte como un derecho fundamental en la nueva Constitución, debemos preguntarnos acerca de cómo lo hemos construido, tanto en elementos configurativos e identidades, y si esto aporta a la visión del deporte como un derecho.

Francisco Herrera >
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Hay un punto claro en torno a la identidad deportiva en Chile y es que esta está sesgada mayoritariamente al desarrollo del fútbol adulto profesional masculino, excluyendo otras expresiones deportivas tanto en el fútbol como en otras ramas (femenino, amateur, adaptado). ¿Qué factores o características estamos incluyendo dentro de una identidad deportiva? En base a esto, ¿hacia dónde apuntamos el desarrollo del deporte? Y en este desarrollo ¿a quiénes estamos convocando y a quienes no?

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Es complejo hablar de una “identidad deportiva” que haya delineado el desarrollo deportivo en Chile, pues ante la ausencia de proyectos, también se ausentan elementos configurativos. Cuando hablamos de identidad deportiva, sólo encontramos alusiones a una imagen patria lamentablemente, una dualidad de quienes somos y quienes no queremos ser. Cabe recordar que a inicios de los 1900 se hablaba del deporte como un elemento que reforzaba una mejor imagen de la raza, una mejora cultural, física y moral de la sociedad. Pero, ¿es esto lo relevante?

Lo que debemos buscar es la construcción de discursos e identidades que puedan definir el lugar desde el cual entenderemos el deporte dentro de la sociedad y la relevancia que le daremos justamente dentro del quehacer social. Los espacios deportivos son una invitación a la organización, por tanto, son lugares desde los cuales se pueden definir políticas públicas relevantes en torno a las decisiones que se tomen y a las ideas que se configuren.

El principal problema radica en que el deporte se ha despolitizado a tal punto de sólo configurarse como un producto, tanto en la participación del deportista como un producto más dentro de este mercado, como del hincha o socio, que sólo se limita a consumir determinadas “bondades” ofertadas, pero poco participa en forma orgánica de sus espacios.

La visión del deporte como producto, remonta a las bases constitucionales de 1980, pues la interpretación que se le dio al deporte en la época correspondiente a la dictadura cívico – militar, estuvo influenciada por los conceptos de las nuevas teorías neoliberales, considerando las estructuras organizativas deportivas, desde una mirada empresarial. Aquí es cuando se confunde totalmente la pretensión de profesionalización, con la de mercantilización. Y cuando se construye un producto, este sólo es útil hasta que vende, por tanto, la lógica deportiva pasa a ser totalmente utilitarista y cortoplacista.

Se ha delineado un “producto identitario” que limita el desarrollo del deporte a una cuestión de consumo, construyendo lógicas mercantiles de satisfacción de necesidades inmediatas, para quien consume claro está, pero ¿dónde está el foco en virtud de quien requiere desarrollar una carrera deportiva?