[Lectura voraz] "Basada en hechos reales", de Delphine de Vigan

[Lectura voraz] "Basada en hechos reales", de Delphine de Vigan

13 Diciembre 2017

En esta novela Delphine De Vigan cruza los límites de realidad y ficción, tras previamente haberlos desdibujado. 

Daniel Carrillo... >
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Un thriller psicológico sobre la identidad y el doppelgänger (el doble fantasmagórico); o una sutilmente encarnizada pugna entre ficción, que fabrica marionetas en un universo vacío, y realidad, que con su carne y su hueso se hace más interesante en los tiempos que corren. Esas son algunas de las claves de lectura de Basada en hechos reales (Anagrama, 2016), de la escritora francesa Delphine de Vigan.

La novela podría emparentarse con Misery de Stephen King –cada uno de los tres capítulos parte con una cita del autor estadounidense- pero tiene un tono propio, dado por ese toque tan francés de la autoficción. Porque la narradora se llama Delphine, al igual que la autora, y comparte su oficio literario.

La obra inicia con Delphine tambaléandose al borde de una crisis personal y un bloqueo creativo, luego del avasallador éxito de su último libro, que narra la enfermedad mental y el suicidio de su madre (lo mismo que el último título de De Vigan en la vida real). La obra es aclamada por lectores y críticos, pero le gana enemigos dentro de su familia, lo que quedará patente con el recibo de mensajes anónimos fustigándola por ventilar hechos tan delicados e íntimos.

Pero el evento clave ocurre en una fiesta: una mujer atractiva y sofisticada, con “un sentido inusitado del otro”, solo identificada como L., se cruza en la vida de la protagonista, descolocándola con una serie de coincidencias. L., que trabaja como escritora fantasma –ghostwriter- de autobiografías de famosos, se muestra pronto como una verdadera alma gemela de Delphine.

Ambas entablan una amistad que se convierte en obsesión por parte de L., quien siempre aparece en los momentos en que Delphine necesita algún tipo de ayuda. La desconocida incluso dice que fue su compañera de escuela, pero que estuvo ausente el día en que se tomó la fotografía de la clase, antes de la graduación. Detalles como éstos, en que L. parece invisible para todos excepto para Delphine, se van sucediendo de forma preocupante, mientras la extraña mujer la hostiga para que retome la escritura, pero basada en hechos reales.   

Ante la incapacidad creciente de Delphine para escribir, pero también para hacerse cargo del propio rumbo de su vida, L. se muda con ella, comienza a vestirse de manera similar, responde sus correos electrónicos e incluso la reemplaza en una actividad pública.

Esta dependencia roza un límite peligroso, a la vez que una sensación de terror se va apoderando de la historia, que parece escrita sobre arenas movedizas. Porque el avance de la narración es lento para tratarse de un thriller, pero letal en su efecto por la sostenida acumulación de detalles.

Delphine De Vigan cruza los límites de realidad y ficción, tras previamente haberlos desdibujado. Su mayor mérito es que esta relación compleja entre lo verdadero y lo inventado se presenta explícita y evidente, a la vez que opaca, misteriosa y espeluznante.    

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