Asignación de recursos en cultura: Cantidad y calidad de las transferencias

Asignación de recursos en cultura: Cantidad y calidad de las transferencias

18 Agosto 2020

¿Es coherente la competencia entre agentes culturales -que son capaces de rasgar vestiduras anti sistema- para sacar una tajada de la asignación derivada de los impuestos de los chilenos, sin distinción de raza, género ni posición política?

Ricardo Monroy >
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En columna pasada, este autor compartió una declaración de principios, que carecía de estructura, como también de fuentes para las múltiples aseveraciones dadas. Se recoge el guante de aquello, por lo que en esta pasada vamos a regirnos por data dura.

El Ministerio de Cultura, hace un par de semanas, anunció la convocatoria a los Fondos Cultura 2021. La particularidad que posee este concurso es su condición de semillero de un sinnúmero de expresiones culturales que reivindican nuestro acervo, tanto contestatario como institucional, y todo con asignaciones presupuestarias del Estado. Aquí me detendré. ¿Es coherente la competencia entre agentes culturales -que son capaces de rasgar vestiduras anti sistema- para sacar una tajada de la asignación derivada de los impuestos de los chilenos, sin distinción de raza, género ni posición política?

La respuesta es maquiavélica: el fin justifica los medios. ¿Es viable este aforismo para cultivar nuestro bagaje? No.

Lo que propondría es emular cómo se trabaja en India. Más que una industria, se trata de un racimo de industrias formando un gran todo, aunque con especificidades regionales y lingüísticas. Hay mucho más que el reconocido Bollywood (en hindi). Cada año también se hacen cientos de películas en telugu, tamil, malabar, canarés, marathi y bengalí, además de decenas de cintas en otras veinte o treinta lenguas.

Chile es una larga y angosta faja de tierra, donde en el censo de 2017, 2.185.792 personas se declararon como indígenas, lo que correspondió al 12,8% de la población total chilena. El principal grupo es el mapuche, seguido de los pueblos aimara, diaguita, atacameño, quechua, rapanui, kolla, kawésqar y yagán. Los demás millones que habitan en Chile se les podría considerar heterosexual, LGTBI+Q, conservador, liberal, viajero, millenials, centenialls, científicos, raperos, entre tantos otros intereses.

Bajo esta premisa, considero que una mejor ejecución de estos cuantiosos recursos públicos sería descentralizarlos a través de colectividades con especificidades, donde los adjudicatarios den cuenta que llevan años de desarrollo regional que desean relevar, y se circunscriben en alguna colectividad, sea circense, danza, artes visuales, literatura, etc. Así, más que de industria podemos hablar de un racimo de industrias en constante sinergia, por lo que todo fluiría en pos de crear más cultura, no más competencia.