Sobre naturaleza y pandemias: Nuestra salud depende de la salud del planeta

06 Julio 2020

Sabemos que la alteración del equilibrio de los ecosistemas propicia la aparición de enfermedades infecciosas transmisibles al ser humano.

Ernesto Davis >
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Durante el mes de mayo, específicamente el día 22, se celebró el día de la Biodiversidad. En esta primera columna de opinión quisiera hacer referencia a la importante, y lamentablemente no tan presente, conexión entre la salud humana y la naturaleza. La vida humana depende totalmente de la salud de la naturaleza (los ecosistemas) para obtener alimentos, disponer de agua, elaborar ropa, conseguir medicamentos, combustibles y un largo etcétera.

Sabemos, que la alteración del equilibrio de los ecosistemas por degradación o destrucción directa de hábitats, pérdida de biodiversidad, sobreexplotación de los recursos naturales, contaminación, urbanización y la introducción de especies en un contexto de cambio climático cada vez más intensificado, aumentan notablemente el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas transmisibles al ser humano.

Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el 60% de las enfermedades infecciosas existentes para el ser humano son zoonóticas. Las zoonosis son enfermedades originadas por microorganismos patógenos que proceden de especies animales, es decir, que transitan desde los animales a los seres humanos. Se estima que aproximadamente el 43,6 % de las zoonosis presentan distribución mundial y que de estas el 45 % son de origen viral, 28 % bacteriano, 20 % parasitario y el 7 % por agentes micóticos. Incluso algunas de estas enfermedades zoonóticas se contagian por contacto con mascotas y son frecuentes (parasitismo las más comunes).

Entre las zoonosis de carácter grave que hemos enfrentado recientemente, encontramos el ébola, la gripe aviar, el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS), el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), el virus del Nilo, el virus del zika y el SARS-COV-2, causante del COVID-19. Todas estas enfermedades zoonóticas están vinculadas a actividades antrópicas. Por ejemplo, la gripe aviar tuvo su origen en la producción avícola intensiva y el brote de ébola en África tuvo su origen en la deforestación.

El presidente de la Asamblea General de la ONU, Tijjani Muhammad-Bande, ha valorado la importancia de encontrar soluciones basadas en la naturaleza, observando que “tres cuartas partes de las cosechas mundiales que alimentan a la gente dependen de los polinizadores, muchas de cuyas especies están al borde de extinguirse” y destacando que “las soluciones basadas en la naturaleza pueden abordar los desafíos planteados por el cambio climático, los desastres naturales y la seguridad alimentaria y de acceso al agua”.

Es muy importante que nos demos cuenta como sociedad que la solución pasa por frenar las extinciones biológicas, mantener la salud de los ecosistemas, reducir nuestra huella ecológica, luchar contra el cambio climático y asumir que nuestra salud depende de la salud del planeta. Los microorganismos conviven con nosotros desde siempre. En hábitats saludables, con gran diversidad de especies en equilibrio, se atenúa el contacto viral con el ser humano. Pero cuando la naturaleza se degrada y se empobrecen las interacciones bióticas, se facilita la propagación de patógenos, aumentando el riesgo de contacto y transmisión al hombre, con los consiguientes efectos negativos sobre la salud humana….no hace falta recordar el contexto actual que enfrentamos para entender esta última reflexión, no? 

Se entiende que existen actividades económicas de vital importancia para el país, el empleo, entre otros aspectos, que por mi formación no alcanzo a considerar, pero creo firmemente que necesitamos una política económica responsable con nuestro ambiente y discutir con responsabilidad el cómo queremos desarrollar cada región. En la Patagonia Austral la salmonicultura es una actividad muy importante, que genera muchos empleos y necesitamos reactivar la economía, sin embargo, no es muy compatible con el turismo, ni hablar del negativo daño medioambiental. Enfrentadas ambas actividades económicas, considero que es una gran pérdida de oportunidad para nuestras futuras generaciones, el no discutir con responsabilidad, cifras y una perspectiva futura y desinteresada, el cómo queremos desarrollar nuestros territorios con una mirada a largo plazo y responsable.

¿Es mucho pedir?