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Economía nacional: La importancia de las empresas públicas

13 Agosto 2020

El “estallido social” puso sobre la mesa un tema que debería ser la dirección hacia la cual va la modernización del Estado que es mayor participación en aquellas áreas sensibles a la población; fortalecimiento de “lo público” para una revalorización del bien común.

Pablo V. Rodríguez >
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Gran revuelo mediático ha causado el anuncio y propuesta de medidas políticas, económicas y sociales para superar la pandemia, de la bancada del partido político Unión Demócrata Independiente UDI, que, entre otras cosas, tiene la idea de “modernizar el Estado”, con medidas como “reducción de personal de Estado”; “reducción de número de ministerios”; y entre las que nos interesan, “privatizar” la minera estatal CODELCO; y “vender” el canal estatal TVN; con el objeto, como pude escuchar en un matinal, de uno de los diputados que impulsa esta iniciativa, Guillermo Ramírez, “de obtener una gran cantidad de dinero que se pueda repartir entre los chilenos y chilenas que lo necesiten”.

Sin lugar a dudas, la coyuntura en la cual se encuentra nuestro país, y el mundo, nos obligan a pensar y analizar nuevas formas de generar recursos, de ayudar a quienes lo necesitan y de avanzar hacia una real modernización del Estado.

La existencia de un Estado empresario, entendido como la participación de este en la economía, cada día se vuelve un tema más presente dentro de los diferentes núcleos de discusión ciudadana, sobre todo a la luz de lo que ha ocurrido los últimos 15 años, en los cuales se ha visto de manera evidente el daño que ha causado la desregulación de determinados mercados, donde el Estado no tiene participación empresarial, pero tampoco regula, o regula insuficientemente dicho nicho.

El “estallido social” puso sobre la mesa un tema que debería ser la dirección hacia la cual va la modernización del estado que es mayor participación en aquellas áreas sensibles a la población; fortalecimiento de “lo público” para una revalorización del bien común; y un rol mucho más activo y presente del Estado dentro de la economía.

Además, la misma pandemia nos dio otra dura lección: la insuficiencia y poca capacidad del aparataje estatal para responder y llegar a aquellos sectores de la población más vulnerados; y para asumir aquellos roles en la economía más necesarios.

De este modo, desde el sentido común y lo que ha acontecido en los últimos meses, es que no parece ser este documento la dirección correcta hacia donde se debe avanzar como país.

Por un lado, como consumidores y consumidoras de las empresas públicas (dado que también, según la Ley del Consumidor, entran en la categoría de proveedor) tenemos derecho a que la competencia que se desarrolla en el mercado de bienes y servicios no sólo sea entre entes privados, muchos de ellos de capitales extranjeros, y que apuestan a maximizar ganancias a toda costa (lo hemos visto en muchos casos de colusión); sino que también merecemos que nuestros oferentes sean empresas del Estado, que generen bienestar no sólo a través del producto o servicio que adquiero, sino además por su cadena productiva, sus impuestos, y por la empleabilidad que genera a nuestra comunidad nacional.

También, como consumidores y consumidoras de Chile, merecemos productos de identidad nacional, que tengan arraigo en la identidad misma de nuestro país, y que no sólo se preserve por la importancia de tener patrimonio público en el mercado, sino además porque son reflejo de una sociedad que también defiende su industria y empresa nacional, generando mayor autonomía de nuestra economía.

El caso de TVN merece un pequeño comentario, dado que no puede ser ni permitirse que como usuarios de la televisión perdamos un espacio público como lo es un canal de televisión estatal, cuyo rol principal no es generar rentabilidad a las arcas fiscales a través de los auspiciadores u otros servicios que pueda vender, sino la de entregar información, educación y entretención pluralista, respetuosa, que propenda hacia el bien común y que aporte al desarrollo democrático de un país. Mientras no se entienda cuál es el verdadero rol que cumple este canal, y qué es lo que se debe dar como opción (y no homologar) a los usuarios y usuarias de la televisión pública, seguiremos pensando en ésta como una empresa más que, si no genera rentabilidad, se debe vender.

Así las cosas, de manera muy resumida y simple, lo que quiero transmitir es un llamado a los consumidores y consumidoras a que reflexionen sobre la importancia que tiene la existencia de empresas públicas dentro de la economía nacional, no opuesta ni excluyente de la empresa privada, sino como un complemento que permita al mercado tener mayor regulación de su actividad, mayor enfoque social en lo que ofrece, pero por sobre todo, una mejor y mayor oferta entre la cual elegir y que satisfaga las necesidades de la población, que no sólo se centran en la individualidad, sino también en la colectividad como sentido del bien común.

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