Soy una persona que siempre da la cara. Hace casi 30 años atrás, cuando mi hijo Sebastián estaba a punto de nacer y mi hijo Cristóbal aún no existía, fui víctima de un acto injusto, ilegal y arbitrario por parte de un juez, que tiene el triste récord de ser el único ministro de la Corte Suprema destituido por corrupción por sus propios pares, en la historia de Chile.
Hoy, casi 30 años después y con muy mala leche, algunos tratan de revivir esa injusticia, que le causó a mi mujer, a mis hijas, a mi familia y a mí, mucho dolor. Sin duda lo pasamos muy mal.
Frente a ese abuso, lejos de eludir la acciòn de la justicia, como mal intencionadamente sostienen algunos adversarios, recurrí a los Tribunales Superiores de Justicia en búsqueda precisamente de justicia y amparo.
Hace 27 años la Corte Suprema, el máximo Tribunal de la República, en forma unánime y categórica decretó mi más total y absoluta inocencia y declaró arbitraria e ilegal la acción del juez, corrigiendo de esta forma una grave injusticia y abuso.
Que los chilenos no se presten a engaños. Estamos frente a una campaña sucia, que con total desprecio por la verdad y la moral, no descarta ningún instrumento para intentar enlodar a sus rivales y para aferrarse por cualquier medio a los privilegios del poder.
Estas conductas son totalmente ajenas al alma nacional, desprestigian la polìtica, debilitan la democracia y merecen el repudio de todos los chilenos de buena voluntad. Llamo a todos los candidatos a hacer una campaña limpia y constructiva. Con ideas y propuestas. Eso es lo que esperan y merecen los chilenos de quienes aspiramos a dirigir los destinos del país.
Finalmente, tengan la seguridad que con la misma voluntad y decisión con que enfrenté y enfrento hoy esta injusticia, enfrentaré como Presidente los problemas e injusticias que hoy afectan a millones y millones de chilenas y chilenos.