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Por Daniela Díaz Bórquez
Directora Ejecutiva Fundación Pléyades
Miembro del Consejo Ejecutivo Observatorio Niñez Adolescencia
Académica Universidad Central 

Llega agosto y junto a él una avalancha de publicidad y ofertas de juguetes. Es el mes del niño y el comercio se ha encargado de recordárnoslo. Esta conmemoración coincide con la fecha en que Chile adscribe a la Convención de los Derechos del Niño (14 de agosto de 1990), aprobada un año antes por Naciones Unidas y que se rige por cuatro principios fundamentales: No discriminación, el interés superior del niño, su supervivencia, desarrollo y protección; y su participación en decisiones que les afecten. 

Pero bajo esta mirada, ¿qué es lo que podríamos celebrar en nuestro país en materia de infancia? Creo que hay que ser justos y reconocer los buenos motivos. Yo celebraría, sin duda, la extensión de la cobertura del Sistema de Protección Chile Crece Contigo para niños hasta los 9 años.  Asimismo, los Centros de Creación CECREA -dependientes del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes-, que promueven ciudadanía y desarrollo de capacidades creativas a lo largo de todo Chile con espacios para mejorar las condiciones de los niños desde el juego y, por último, la aprobación de la ley que sanciona el maltrato infantil, que tipifica como delito las conductas de violencia física que no producen lesiones, así como también las que provocan un trato degradante, humillación y menoscabo a la dignidad humana de las víctimas. 

Los avances expuestos significan un gran logro para la infancia en nuestro país, sin embargo, los pendientes son varios. Uno de los más urgentes, es la aprobación del Sistema de Garantías de Derechos de la Niñez. ¿Por qué? La desigualdad y la segregación territorial que afecta a la niñez sigue siendo dramática: Por ejemplo, en 78 comunas de Chile, 9 de cada 10 niños de colegios públicos y subvencionados tienen algún riesgo de interrumpir o abandonar la escuela, y viven además en comunas donde no existe oferta de protección especializada. 

En este escenario, es apremiante establecer un Sistema que promueva y proteja los derechos de los niños en todos los territorios, cuyo financiamiento no se base en el pago por niño atendido, sino en la instalación comunal de sistemas locales de protección. Esos sí que serían buenos motivos para celebrar.