Opinión: Quedarse en casa, más fácil decirlo que hacerlo

Opinión: Quedarse en casa, más fácil decirlo que hacerlo

14 Abril 2020
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Por. Rodrigo Durán Guzmán. Magíster en Comunicación Estratégica, académico y periodista.

 

Nunca olvidaré al papá de una ex polola, taxista de oficio, con quien hicimos muy buenas migas hasta que, producto del cáncer, falleció. Él, como muchas personas en nuestro querido Chile, salió adelante a punta de resiliencia, de mucho esfuerzo y de ganarse el sustento en el día a día.

Él no tenía un contrato de trabajo típico (relación empleado – empleador), se autoimponía y cotizaba en beneficio tanto suyo como de su familia. Todo, a punta de taxear día tras día, muchas veces de domingo a domingo, sin más descanso que un par de horas de sueño junto a su esposa, compartir el desayuno familiar, y partir a trabajar. Y es que hoy, como nunca querido Genaro, te recuerdo con cariño y gratitud.

Porque la pandemia del Covid-19 no sólo ha cambiado nuestros hábitos, sino que también está impactando fuertemente en la economía. Ni siquiera quienes hoy gozamos de un contrato de trabajo estamos libres de perder nuestras fuentes laborales con (quizás) la única certeza de tener una remuneración cada fin de mes (mientras dure el vínculo laboral), realidad muy distinta de quienes ganan su dinero en la ardua batalla del día a día.

Son ellos, taxistas, vendedores del comercio minorista, trabajadores independientes, mipymes y pymes quienes están más “acogotados” con la actual coyuntura y para quienes las medidas económicas, dadas a conocer desde el ejecutivo, si bien se agradece el esfuerzo, sabemos, no son suficientes. Todo, por cierto, en un escenario donde observamos la llegada del peak del coronavirus a nuestro país.

En este sentido bien vale resaltar el anuncio, desde el Ejecutivo, de un fondo de US$ 2 mil millones para ir en ayuda de los trabajadores más vulnerables (emprendedores, microempresarios e independientes). La iniciativa, orquestada desde el Ministerio de Desarrollo Social, reune a diversas personalidades tales como Bettina Horst (Libertad y Desarrollo), Claudia Martínez y Francisco Gallego (JPAL), Andrea Repetto (Espacio Público), Simone Cecchini (Cepal), y Rodrigo Jordán. A ellos se suman la subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia y el Ministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel.

Si bien podemos coincidir en que este equipo podría adolecer de conocimiento de la calle, de su sentido de urgencia, y de la vulnerabilidad que genera la pobreza en miles de chilenas y chilenos, más allá de lo que establece la literatura, lo cierto es que “es lo que hay” y sólo resta desearles lo mejor en su trabajo.

En tanto quienes son el sustento de sus familias, quienes saber de luchar contra la adversidad y salir adelante, es poco probable que puedan seguir estando en sus hogares porque saben que de ellos dependen otros proyectos de vida, otras urgencias, otras vicisitudes.

Estas personas no salen de sus casas porque no tengan nada mejor que hacer. Lo hacen, como mi querido Genaro, porque saben lo que es vivir en menos de 20 mt2, con construcciones endebles y nulas áreas verdes. Estas personas saben lo que es tener (con mucho esfuerzo) el pan en sus mesas para el día a día sin tener certezas de lo que vendrá mañana o la semana siguiente.

Por esta razón, si usted puede hacerlo, quédese en su casa y no se exponga. Ahora bien, si sufre de trastornos de pelotudes propias del narcicismo nacional y su hogar de 1.000m2, con patio incluido, no son suficientes, entonces tome su helicóptero y váyase al carajo si quiere.

 

Porque mientras usted entra en pánico por su salud sepa que hay gente que batalla, todos los días de su vida, contra la adversidad. Por eso salen de sus hogares: para poder sobrevivir en una nación incapaz de garantizar derechos mínimos de equidad y justicia social para todas y todos, donde los números pasan a ser más importantes que las personas, donde los ricos seguirán siendo ricos y los pobres, junto a la clase media y pasada esta crisis sanitaria, seremos (probablemente) aún más pobres, pero (Dios mediante) más solidarios los unos con los otros. 

 

 

Imagen: Huawei / Agencia Uno 

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