Conozca la increíble historia del joven tetrapléjico que lanzará un libro con una editorial española

15 Octubre 2018

“Escribir ha sido mi distracción y felicidad”, expresa Pablo Navarro, quien ha debido sortear diferentes escollos junto a su familia.

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Más de 12 años han pasado desde el lamentable accidente que dejó tetrapléjico a Pablo Navarro Bórquez, que en ese entonces tenía 17 años de edad y estaba listo para comenzar su cuarto medio.

Transcurría la tarde del 31 de enero de 2006 y decidió lanzarse un piquero en la playa Centinela de Puerto Octay, en la provincia de Osorno, pero su cuerpo chocó contra el fondo del lago Llanquihue. Sintió una pequeña electricidad, mientras su cabeza flotaba y no puede mover sus extremidades. Un amigo lo tomó de la cabeza y lo volvió a soltar pensando que estaba bromeando. “Yo no podía hablar y moví mis párpados, pero no entendió que le pedía ayuda”, recuerda Pablo en conversación con El Austral.

Poco después, una joven avisó que había una persona en el fondo del lago y fue ahí cuando sus amigos se dieron cuenta de lo ocurrido y fueron en su rescate. El corazón de Pablo dejó de latir por un momento hasta que de repente reaccionó y fue trasladado al Hospital de Puerto Octay, donde lo esperaban sus padres, quienes luego lo acompañaron en ambulancia al Hospital Base San José de Osorno.

“Por el camino, yo escuchaba que mi hijo no sobreviviría y moriría en la carretera, por un momento se me oscureció la vida, ya no quería existir; pero llegamos a Osorno, gracias a Dios”, relata Ismael Navarro, el papá de Pablo.

De ahí en más, el joven ha tenido varias dificultades: tuvo una infección urinaria y varias complicaciones, sufrió una bronquitis que duró cerca de dos años, debió ser operado de cálculos en la vejiga y tiene problemas en el estómago. Entró a la Teletón en Puerto Montt pero sólo estuvo dos semanas por falta de recursos.

“Me cuesta respirar; tengo que flexionar las rodillas y ahí puedo comer lentamente”, cuenta Pablo.

Su padre debió renunciar a su trabajo como inspector en el Terminal de Buses de Puerto Octay. “Tuve que aprender cómo tratar a mi hijo; como familia hemos pasado muchos contratiempos. Pablo le pidió perdón a Dios, yo siempre le digo que él es un milagro”, expresa Ismael.

“Si fuera otro, estaría bajoneado, pero él, con su manera de ser, da aliento a la gente. Eso le ha ayudado mucho a recuperarse”, comenta su madre, Lidia Bórquez, quien hoy está jubilada tras trabajar en el Colegio San Vicente de Paul, donde comenzó como auxiliar y llegó a ser encargada de personal.

Durante muchos años, la familia Navarro-Bórquez vivó en dicho establecimiento educacional, pero tras el accidente de Pablo tuvieron que buscar arriendo en otros lugares hasta que hoy lograron tener su casa propia en la población El Progreso de Puerto Octay. Ismael recibió un reconocimiento del Rotary Club de la comuna por los cuidados abnegados que ha brindado a su hijo, como la “cama clínica” que improvisó utilizando un viejo catre al cual le colocó tablas “para que pudiera sentarse”.

DEBUT LITERARIO

Actualmente, Pablo tiene 30 años y se encuentra pronto a lanzar su primer libro: Nostalgia”. El joven describe que el trabajo consiste una serie de 22 historias “en un contexto de ficción, pero las experiencias que relato están basadas en lo que he vivido”. Agrega que los cuentos tratan sobre el horror de la guerra, el amor y la indiferencia frente al dolor, retratando a “diferentes personajes, desde niños a ancianos”.

“Me fui dando cuenta que al escribir uno se va liberando de cosas y te vas sintiendo mejor”, afirma Pablo, quien comenzó a redactar poesía hace siete años.

Para poder concretar su libro, debe juntar un millón 400 mil pesos para la edición y envío a Chile de 100 ejemplares a través de la editora de autopublicación española Círculo Rojo, a quienes contactó por correo electrónico. Para ello, cuenta con el apoyo de la rotaria María Elena Montalva y del Rotary Club, quienes lograron recaudar 600 mil pesos en un evento.

Escribir ha sido mi distracción y felicidad. Hubo historias que escribí sintiéndome muy mal de salud, pero la idea era continuar trabajando; y, de hecho, varias historias las dejé con preguntas abiertas para incentivarme a escribir y terminar otro libro”, concluye Pablo.