Opinión: Los gobiernos de Chile, tapando el Sol con un dedo

Opinión: Los gobiernos de Chile, tapando el Sol con un dedo

15 Mayo 2015

Los políticos se adaptan a todo y nunca pierden, desde el aislamiento de la Moneda o del Congreso, mientras sus intereses personales no sean tocados, asegurando sus cuotas de poder y sus suculentos sueldos nada los perturba, te pueden mirar a los ojos y mentirte sin ningún remordimiento.

Andrés Gillmore >
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No hay duda que bajo la perspectiva desde el mundo ciudadano la decepción ante la forma de hacer política es importante por decirlo diplomáticamente; la sensación de impunidad es poderosa y al final como siempre sucede solo serán investigados un bajo porcentaje de los implicados y el gobierno a pesar de hablar de transparencia en verdad se ha dedicado estratégicamente a ocultar la realidad. La prueba más fidedigna es que el director de SII fue nuevamente ratificado en su cargo a pesar de todas las implicancias de su nominación y no va a ser un cambio de gabinete que cambie la profunda decepción y rabia en el mundo ciudadano.

Los políticos se adaptan a todo y nunca pierden, desde el aislamiento de la Moneda o del Congreso, mientras sus intereses personales no sean tocados, asegurando sus cuotas de poder y sus suculentos sueldos nada los perturba, te pueden mirar a los ojos y mentirte sin ningún remordimiento, sustentados en una constitución que los hace intocables y que cae en lo ridículo que no les permite renunciar. Lo que se advierte desde el otro lado de la vereda, es que el lobby de los intereses de los grupos económicos, se ha aprovechado de la crisis de liderazgo y de los escándalos y nuevamente ha hecho de las suyas y eso que la misma comisión Engel en su informe final atacó el lobby empresarial con ahínco en la política; de ahí la suspicacia ante este supuesto reinicio del gobierno de la Nueva Mayoría con el nuevo gabinete, dejándonos más interrogantes que verdaderas soluciones.

La decepción del cambio se viene enconando desde el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Todos los gobiernos desde ese entonces aunque los presidentes han terminado con porcentajes de aprobación satisfactorios, no lo han sido así sus gobiernos.

Bajo la administración Frei Ruiz-Tagle tuvimos un gobierno mediocre, que no supo enfrentar la crisis asiática, se hicieron reformas en justicia y educación sin sustancia, se destruyó la proyección energética con el gas argentino que paro la inversión en energías renovables, liquidando cualquier supuesto arreglo real a la contaminación de Santiago y ahora nos vamos enterando que también aceptaba platas de SOQUIMICH.

Con Ricardo Lagos el país se complicó con los escándalos del Mop-Gate y la destrucción estratégica de Ferrocarriles del Estado, por el terrorífico acuerdo tomado bajo la mesa con el gremio de los camioneros para dejar fuera de operación a ferrocarriles y beneficiarlos para que tuvieran las garantías totales en el transporte de carga. Se licitaron carreteras sin los mínimos estándares de calidad y con un alto costo para la ciudadanía. Lo que salvo a Lagos del descalabro total, fue que ante una disputa con Bolivia por el tema de siempre, levanto la voz e increpo duramente a Bolivia en una reunión de la OEA y eso le permitió irse con una buena aprobación farandulera y que demuestra lo poco claros que somos como país.

En el primer gobierno de Michel Bachelet, llevo adelante el TranSantiago heredado de la administración Lagos y lo puso a operar sin revisarle ni una sola coma y hasta los días de hoy la ciudadanía sufre la decisión. Las relaciones con las transnacionales quedaron expuestas y reconocimos como usufructuaban de nuestros recursos naturales y destruían a las comunidades en el proceso y el gobierno aliados con ellos. El país reclamaba que no se invertía lo suficiente en materias sociales, hacienda impasible ante tanta necesidad, escondiendo las grandes ganancias y que estábamos con las arcas llenas invertidos en bonos del tesoro de EEUU y en aplicaciones en bancos privados alemanes. Lo que salvo la campana esta vez fue la crisis mundial, que le permitió salir del paso dando inicio a los famosos bonos. Se fue con una aprobación histórica, pero la evaluación de su gobierno fue desastrosa y no pudo solventar la re-candidatura de Frei Ruiz-Tagle y la concertación perdió estrepitosamente.

Sebastián Piñera llega a la Moneda por la mediocridad del gobierno de Bachelet, la izquierda simpatizante y esto les duele mucho, vieron en Piñera la esperanza de cambio, al entender que los políticos concertacionistas de lo que hoy reconocemos como la vieja guardia, se habían aliado a los grupos económicos, se habían enriquecido en el proceso, olvidando sus responsabilidades y habían permitido la intervención del congreso. A poco andar nos dimos cuenta que las promesas del gobierno de la Alianza por Chile eran un fraude; pensaron que Chile era un latifundio, que los ciudadanos eran empleados y ellos los patrones. Un año después tuvieron que darle paso a la UDI a la Moneda, gerentes y profesionales con doctorados se tuvieron que ir. La llegada de Chadwick y Longueira dio pie atrás a todo el discurso que había sustentado la llegada de Piñera a la Moneda de ser una derecha social y las transnacionales tomaron por asalto la Moneda y se cometió la aberración entre muchas otras de privatizar el mar, para entregárselos a siete familias con el objetivo estratégico, que estos intereses financiaran la  campaña de la Alianza, en un mundo que pensaba que el candidato natural no sería otro que Pablo Longueira, ex ministro de economía y padre putativo de la ley de pesca.

La gente en regiones en pleno gobierno de Piñera no tuvo otra alternativa que salir a las calles despojándose de toda ambigüedad, ante la decepción acumulada y con una desigualdad social y económica que hizo estragos en las clases sociales medias y bajas. En un comienzo se marchó contra HidroAysén y a poco andar la lucha traspasó las fronteras de Aysén y se hicieron apoteósicas marchas en todo Chile de miles gritando PATAGONIA SIN REPRESAS, pero que en verdad era un lamento; luego se continuó con educación y se remató con los movimientos sociales de Magallanes, Aysén, Freirina, Calama y Valle del Huasco, jaqueando al gobierno de la Alianza como nunca antes le había ocurrido a gobierno alguno desde 1989 y se vivió una represión que recordaba los tiempos de la dictadura, que más que acallar polarizaron las posiciones, llegándose a lo que se reconoce como al punto de no retorno.

Volvimos a elegir a la misma presidenta Bachelet que tan mal lo había hecho en su primer gobierno, por características que no son las más adecuadas sobre todo en un formato presidencialista y tal como sucedió con la elección de Piñera, se votó por ella al no tener alternativas creíbles y porque en teoría se suponía que después de los errores del pasado, tendría más clara la película y la idea de un gobierno participativo y directo finalmente se haría realidad, que la regionalización efectiva se concretaría, el medio ambiente seria protegido y la politiquería le daría paso a una visión más realista de una política con mayúscula y de acuerdo con lo que somos, representamos y queremos ser, las reformas serian serias y sin ningún atisbo de subjetividad, poniendo el beneficio de la ciudadanía antes de los intereses creados.

Pero lamentablemente a poco andar nos encontramos con más de lo mismo,  la relación con las transnacionales poco y nada ha cambiado en su relación con el gobierno, los proyectos emblemáticos siguen con vida a pesar que no son sustentables y lo que ha sido peor, encontramos un gobierno que pierde todos los días la oportunidad histórica de terminar de una vez con la corrupción, que es el caldo de cultivo de la inoperancia en la que estamos imbuidos en la actualidad y usa todo su poder para tapar el sol con un dedo.