La Popularidad de Sebastián Piñera

15 Mayo 2012

La ciudadanía no se siente parte de esta fiesta. La figura del Presidente genera desconfianza, nada de  sus logros se percibe como algo completamente real, sino más bien como acciones pactadas para favorecer más a la Empresa que al trabajador o al estudiante. Por Sergio Ojeda Uribe.

Sergio Ojeda Uribe >
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Existe un componente importante de empatía en la credibilidad y confianza que todo Gobierno debe generar a través de su accionar en la población, para construir los lazos de convivencia entre la ciudadanía  y sus instituciones. Esto al parecer, sería lo más grave que está sucediendo con la credibilidad del Presidente Sebastián Piñera y su administración. 
El Gobierno es evaluado de la manera en que la gente lo percibe,  no logra repuntar en el corazón de las personas, es decir,  es apreciado  en una dimensión en la que el ciudadano común y corriente no se siente parte de su discurso;  porque entiende que no está siendo incluido de la manera en la que se prometió incorporarlo y hacerlos participes de una nueva forma de gobernar. 
La ciudadanía no se siente parte de esta fiesta. La figura del Presidente genera desconfianza, nada de  sus logros se percibe como algo completamente real, sino más bien como acciones pactadas para favorecer más a la Empresa que al trabajador o al estudiante. 
Y la gente se pregunta porque desperdició  su voto en la figura de un Presidente sin el carisma y la altura republicana de un estadista que no encuentra en su proceder un estatus digno de su investidura, que trabaje para el bienestar común y no de los grandes consorcios.
Muchas de las cosas realizadas por el Gobierno son materias que sí  apuntan a generar expectativas,  pero generalmente vienen con la letra chica incluida.
¿En qué momento ese gran porcentaje que votó por la alianza para darle una nueva oportunidad de Gobierno; se desprendió de las esperanzas que se depositó en ellos?. Claramente el Gobierno no ha estado a  la altura de una representación digna de la credulidad de la gente, nada de lo que ha realizado sirve para construir las confianzas que la institucionalidad requiere como esencia misma de la democracia y la tradición republicana que el país ha detentado en su vida institucional.
Muchas de las decisiones adoptadas por el Gobierno de la alianza revelan una preocupación que no es real, no acceden a cambiar nada  de las reglas impuestas en dictadura, por el contrario solo se basan en construir desconfianza y un clima de autoritarismo que encarna fielmente la figura de su Ministro del Interior con sus innumerables y misteriosos montajes que solo sirven para bajar aun mas en las encuestas. El caso del Ministro de Salud Jaime  Mañalich es un claro ejemplo de porqué este gobierno no genera la confianza y credibilidad que debiese entregar, generando la duda desde el ataque al contario,  antes de asumir las responsabilidades de una mala gestión y después las disculpas no solucionan nada del mal ya hecho.
Molesta que este Gobierno ha acostumbrado a atribuirse proyectos o programas que no son de su patrimonio sino que vienen de la Concertación, proyectos no aprobados por los votos de la Alianza en contra y que ahora como Gobierno ellos sí votan a favor.
Además hay muchas promesas de campañas no cumplidas y si algunas de ellas se han concretado, han sido por la presión ciudadana o por las protestas sociales.

 

Existe un componente importante de empatía en la credibilidad y confianza que todo Gobierno debe generar  a través de su accionar en la población, para construir los lazos de convivencia entre la ciudadanía  y sus instituciones. Esto al parecer, sería lo más grave que está sucediendo con la credibilidad del Presidente Sebastián Piñera y su administración. 
El Gobierno es evaluado de la manera en que la gente lo percibe,  no logra repuntar en el corazón de las personas, es decir,  es apreciado  en una dimensión en la que el ciudadano común y corriente no se siente parte de su discurso;  porque entiende que no está siendo incluido de la manera en la que se prometió incorporarlo y hacerlos participes de una nueva forma de gobernar. 
La ciudadanía no se siente parte de esta fiesta. La figura del Presidente genera desconfianza, nada de  sus logros se percibe como algo completamente real, sino más bien como acciones pactadas para favorecer más a la Empresa que al trabajador o al estudiante. 
Y la gente se pregunta porque desperdició  su voto en la figura de un Presidente sin el carisma y la altura republicana de un estadista que no encuentra en su proceder un estatus digno de su investidura, que trabaje para el bienestar común y no de los grandes consorcios.
Muchas de las cosas realizadas por el Gobierno son materias que sí  apuntan a generar expectativas,  pero generalmente vienen con la letra chica incluida.
¿En qué momento ese gran porcentaje que votó por la alianza para darle una nueva oportunidad de Gobierno; se desprendió de las esperanzas que se depositó en ellos?. Claramente el Gobierno no ha estado a  la altura de una representación digna de la credulidad de la gente, nada de lo que ha realizado sirve para construir las confianzas que la institucionalidad requiere como esencia misma de la democracia y la tradición republicana que el país ha detentado en su vida institucional.
Muchas de las decisiones adoptadas por el Gobierno de la alianza revelan una preocupación que no es real, no acceden a cambiar nada  de las reglas impuestas en dictadura, por el contrario solo se basan en construir desconfianza y un clima de autoritarismo que encarna fielmente la figura de su Ministro del Interior con sus innumerables y misteriosos montajes que solo sirven para bajar aun mas en las encuestas. El caso del Ministro de Salud Jaime  Mañalich es un claro ejemplo de porqué este gobierno no genera la confianza y credibilidad que debiese entregar, generando la duda desde el ataque al contario,  antes de asumir las responsabilidades de una mala gestión y después las disculpas no solucionan nada del mal ya hecho.
Molesta que este Gobierno ha acostumbrado a atribuirse proyectos o programas que no son de su patrimonio sino que vienen de la Concertación, proyectos no aprobados por los votos de la Alianza en contra y que ahora como Gobierno ellos sí votan a favor.
Además hay muchas promesas de campañas no cumplidas y si algunas de ellas se han concretado, han sido por la presión ciudadana o por las protestas sociales.
Existe un componente importante de empatía en la credibilidad y confianza que todo Gobierno debe generar  a través de su accionar en la población, para construir los lazos de convivencia entre la ciudadanía  y sus instituciones. Esto al parecer, sería lo más grave que está sucediendo con la credibilidad del Presidente Sebastián Piñera y su administración. 
El Gobierno es evaluado de la manera en que la gente lo percibe,  no logra repuntar en el corazón de las personas, es decir,  es apreciado  en una dimensión en la que el ciudadano común y corriente no se siente parte de su discurso;  porque entiende que no está siendo incluido de la manera en la que se prometió incorporarlo y hacerlos participes de una nueva forma de gobernar. 
La ciudadanía no se siente parte de esta fiesta. La figura del Presidente genera desconfianza, nada de  sus logros se percibe como algo completamente real, sino más bien como acciones pactadas para favorecer más a la Empresa que al trabajador o al estudiante. 
Y la gente se pregunta porque desperdició  su voto en la figura de un Presidente sin el carisma y la altura republicana de un estadista que no encuentra en su proceder un estatus digno de su investidura, que trabaje para el bienestar común y no de los grandes consorcios.
Muchas de las cosas realizadas por el Gobierno son materias que sí  apuntan a generar expectativas,  pero generalmente vienen con la letra chica incluida.
¿En qué momento ese gran porcentaje que votó por la alianza para darle una nueva oportunidad de Gobierno; se desprendió de las esperanzas que se depositó en ellos?. Claramente el Gobierno no ha estado a  la altura de una representación digna de la credulidad de la gente, nada de lo que ha realizado sirve para construir las confianzas que la institucionalidad requiere como esencia misma de la democracia y la tradición republicana que el país ha detentado en su vida institucional.
Muchas de las decisiones adoptadas por el Gobierno de la alianza revelan una preocupación que no es real, no acceden a cambiar nada  de las reglas impuestas en dictadura, por el contrario solo se basan en construir desconfianza y un clima de autoritarismo que encarna fielmente la figura de su Ministro del Interior con sus innumerables y misteriosos montajes que solo sirven para bajar aun mas en las encuestas. El caso del Ministro de Salud Jaime  Mañalich es un claro ejemplo de porqué este gobierno no genera la confianza y credibilidad que debiese entregar, generando la duda desde el ataque al contario,  antes de asumir las responsabilidades de una mala gestión y después las disculpas no solucionan nada del mal ya hecho.
Molesta que este Gobierno ha acostumbrado a atribuirse proyectos o programas que no son de su patrimonio sino que vienen de la Concertación, proyectos no aprobados por los votos de la Alianza en contra y que ahora como Gobierno ellos sí votan a favor.
Además hay muchas promesas de campañas no cumplidas y si algunas de ellas se han concretado, han sido por la presión ciudadana o por las protestas sociales.