Desafíos Éticos que enfrentan los nuevos Profesionales de las Ciencias Administrativas y Económicas

Desafíos Éticos que enfrentan los nuevos Profesionales de las Ciencias Administrativas y Económicas

14 Septiembre 2013

Los profesionales que se ven enfrentados a la toma de decisiones, hoy en día tienen una tarea cuesta arriba, pues cada vez son mayormente analizados por su entorno, lo cual se transforma en un desafío permanente que debe tomarse con altura de miras.

Guido Asencio >
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Qué duda cabe, plantear el hecho de que hoy en día los
profesionales se ven enfrentados a un sin número de escenarios paralelos de
alta complejidad, donde la única constante es el permanente cambio (Heráclito),
influenciado ciertamente por la globalización de los mercados como diría un
economista o con la mundialización de la sociedad como prefieren mencionarlo
los investigadores ligados  más a las
ciencias humanas, pero lo cierto es que  el
intercambio de mercados y culturas obliga a los nuevos profesionales a estar
consientes del entorno que les rodea, ya sea porque se lo recomiendan durante
su paso por la educación superior o por simple mera inercia, que llevamos los
seres humanos para enfrentar los desafíos que se le presenten.

Si lleváramos estos cambios a las variables que
afectan directamente a la labor que realizan los profesionales en nuestros días,  se podría decir que sus desafíos principalmente
están ligados a factores tecnológicos, científicos, económicos y otros que
indudablemente llevan a alinearse con tendencias mundiales que marcan la pauta
en materia de innovación, buscando entablar múltiples formas de homologar o
estandarizar el actuar de las profesiones, con el fin de aproximar un lenguaje
común entre personas, empresas, instituciones y otro tipo de entidades que dan
valor a las naciones.

Chile no es la excepción, siendo uno de los países más
globalizados de Latinoamérica y del mundo, donde es sabido de la cantidad
importante de tratados y acuerdos internacionales que ha sostenido en estas
últimas dos décadas, lo cual obliga necesariamente estar a la par con otros
países en vías de desarrollo, así como también, con los más desarrollados que se
encuentran  a la vanguardia en cuanto a
la implementación de sistemas avanzados de gestión, midiendo constantemente su
potencialidad por medio de la comparación de sus resultados, apuntando a
obtener un estatus privilegiado frente a su competencia, lo cual obedece a una
mirada netamente económica, resaltando ventajas competitivas en términos de
desarrollo mercantil. 

Sin embargo, si traspasamos tales avances económicos y
tecnológicos a la forma de ejercer relaciones interpersonales entre los
profesionales, se puede detectar la existencia de un retroceso significativo
desde el punto de vista sociológico, debido a que muchas de las tecnologías
tienden a privilegiar esta suerte de ahorro de costos, con la automatización
por sobre las relaciones del face to face  o cara a cara, que en una mirada a largo
plazo, siempre resultan fundamentales para entablar un ambiente que va más allá
de esperar buenas utilidades, pues aquello depende netamente de la formación de
base que tengan quienes se encuentran insertos en el proceso de toma de
decisiones en cualquier entidad.

En tanto, no hay duda del hecho que las
empresas de hoy tienen como desafío alcanzar un sostenido mejoramiento en su rendimiento,
rentabilidad y aumento de la eficacia y eficiencia económica, el cual debe ser
demostrado en el medio en que operan, todo esto en una lógica legítima que
cualquier entidad quiere alcanzar.  Esto
no es muy distinto a los objetivos corporativos de antaño, pues la diferencia
que se evidencia en nuestros días, está dada 
con un cambio realmente paradigmático, que centra su atención en la
exigencia de un sentido ético amplio, que ve su pragmatismo en el acto de la
toma de decisiones por parte de niveles estratégicos y operativos de las
empresas, en los cuales generalmente están insertos los profesionales de las
ciencias económicas y administrativas. 

Para ello, es necesario reconocer que el
desafío de llevar a buen rumbo el destino de las empresas, debe ser compartido
entre los todos los que están destinados a tomar las decisiones de la misma, es
decir los facultados gerentes, así como también los mismos dueños, que muchas
veces les cuesta desprenderse de las responsabilidades que tienen en sus
negocios.  En este proceso es necesario
incorporar también el rol activo que cumplen los gobiernos, que si bien es
cierto no son directamente los que toman decisiones, a ellos les concierne la
labor de apoyar a las entidades con las capacidades instaladas que presentan, como
por ejemplo la implementación de políticas públicas que institucionalicen la
regulación de los mercados, la protección a los consumidores, como ocurre con
el Sernac, la promoción de programas que apoyen la incorporación de tecnologías
blandas (conocimientos especializados) en las empresas, etc.  En fin, son muchas las formas en que los
gobiernos pueden manifestar su apoyo para mejorar la gestión en una empresa, lo
importante es que los profesionales sepan internalizarlas para llevarlas a cabo
cumpliendo  obviamente los preceptos
legales que ello implica.

Ciertamente que los perfiles que deben
tener las profesiones que son objeto de esta columna, exigen naturalmente una
base  sólida en el manejo de herramientas
administrativas y económicas que, si bien es cierto, van evolucionando a través
del tiempo, no se debe perder de vista que existen valores de fondo que son
imperecederos a través del tiempo, los cuales deben ser internalizados en todas
las formas de actuar de un profesional. 
Creo que es necesario profundizar en aquello, debido a que existen
muchos distractores que llevan a transitar por los innumerables caminos oscuros
que ofrece el mercado. 

Desde hace ya un tiempo se ha vuelto
cotidiano ver en los noticiarios mostrando la cantidad de fraudes financieros que
están presentes a la orden del día, ya sea en políticos, empresarios, y por
sobre todo profesionales vinculados a las áreas estratégicas de las
empresas.  Por lo tanto, surge la
necesidad de preguntarse, acerca de las causas que llevan a maquinar balances,
mostrar falsas carteras de clientes, realizar retiros encubiertos, fomentar la
elución y evasión tributaria, certificar estados financieros sin analizarlos,
en fin podría dedicar varias líneas más para dilucidar y tipificar la cantidad
de fraudes que son vistos y analizados por los medios de comunicación. En lo
particular, apelo a que hay algo detrás de esto, no puede ser que de la noche a
la mañana se haya destapado una tras otra olla, las causas pueden ser de forma,
donde entra en juego aspectos técnicos, tecnológicos, de control, de
seguimiento, de diseño, de ejecución, en fin, y es que las causas de fondo, son
las más profundas e importantes, pues son las que se vinculan con la formación valórica
de los profesionales.

Y es que poco o nada se habla de
temáticas relacionadas con la ética y los aspectos filosóficos que dan origen a
cualquier teoría modera que se enseñe en las cátedras de administración o de
cualquier ciencia económica.  Han sacado
de las mallas curriculares, la mayoría de las asignaturas de ética profesional,
responsabilidad profesional,     con la
escusa de que se verán en forma transversal, pero en aquí hay que tener
cuidado, porque cuando se termina viendo todo tan transversal, esto se diluye
en el camino.  Ahora no puedo caer en la
generalización, pues en hora buena existen muchos docentes y académicos que
efectivamente tratan temas valóricos en sus enseñanzas, eso debe rescatarse,
porque si nos adentramos en el análisis detallado de cualquier ciencia, podemos
dilucidar la conexión con temáticas éticas, que 
se encuentran de alguna forma tácita o explícita, en el desarrollo de
las misma, dándole naturalmente un sentido pragmático al ethos profesional que debe conocer y practicar cualquier persona
que está dispuesta a robustecer su carrera profesional.

Dicho esto, no me queda más que resaltar
el rol que cumple un profesional relacionado con áreas administrativas,
financieras y contables en nuestro país, el cual debe estar consiente de la
relevancia que representa su actuar ya sea en el ámbito público como privado,
donde llamo a asumir más que compromisos institucionales, compromisos hacia su
propio yo, de esta manera es posible generar cambios de fondo, que aunque en un
principio sean pequeños, podrán servir como base para el accionar del
comportamiento de otros profesionales, dejando una huella ética que represente
un modelo a seguir para las generaciones futuras.