Analistas cuestionan excesivo gasto en armamento para las Fuerzas Armadas

10 Octubre 2013

Analistas apelan a razones políticas y de posicionamiento internacional por las cuales el Estado chileno está invirtiendo en armamento mucho más de lo que debería.

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Problemas mecánicos en un avión F-16 obligaron a cerrar el aeropuerto Cerro Moreno en Antofagasta en horas de esta madrugada.

De acuerdo a un comunicado emitido por la Fuerza Aérea, “por motivos que se investigan, una aeronave F-16 de dotación de la V Brigada Aérea sufrió el reventón de un neumático durante la carrera de despegue, lo que obligó a activar los servicios de emergencia de la Unidad y del aeropuerto”, el cual a esta hora se encuentra en pleno funcionamiento.

Actualmente, Chile cuenta con tres escuadrones de F-16, que completan una tropa de 46 aviones, cuatro de ellos en desuso. La compra del primer escuadrón de 10 aviones data del año 2002 y cada uno de ellos tuvo un costo de 600 millones de dólares. Posteriormente se compraron otros dos escuadrones de 18 aviones cada uno, todo esto financiado con dineros del Estado.

Julián Alcayaga, director del Comité de Defensa y Recuperación del Cobre precisa que el origen de este dinero proviene de Codelco, de cuyo total de ventas un 10% es destinado solo para la compra de armamento para las Fuerzas Armadas. “Pero solamente para eso, no sirve para ninguna otra cosa. No es para pagar sueldo ni ningún otro tipo de gastos, sino que solamente para la compra de armas”, agrega.

Alcayaga explica que “entre el año 2006 y 2009 se gastaban aproximadamente mil millones de dólares anuales promedio, pero después Codelco ha estado fallando y desde entonces deben ser unos 800 millones”.

De esta manera, las Fuerzas Armadas chilenas destacan a nivel regional por la masiva adquisición de sistemas de armas. Para el analista político internacional, Guillermo Holzmann, esta constante inversión en armamento se explica por tres factores: la importancia estratégica de Chile, la soberanía nacional y la proyección internacional.

En ese sentido, destaca como hito el ingreso de Chile al Consejo de Seguridad de la ONU el año 2003, durante el gobierno de Ricardo Lagos, ya que en ese momento se suscriben una serie de acuerdos que implican reforzar el armamento del país.

“Con Ricardo Lagos Chile ingresa al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por dos años y le corresponde a Chile ir suscribiendo una serie de acuerdos de cooperación internacional con lo que es mantener fuerzas equipadas en términos de lo que es la doctrina OTAN, lo cual implica el manejo del inglés y un manejo tecnológico en materia de manejo de armas que le permita participar a Chile en operaciones de paz. Es esa situación la que lleva a que Chile  coopere en términos internacionales con las operaciones de paz, el caso más importante es el de Haití, pero mantenemos operaciones de paz comandadas por el Estado Mayor Conjunto de la Defensa en distintos otros países”, relata.

“Todo eso requiere tecnología, requiere tener un nivel de trabajo combinado con otras Fuerzas Armadas que nos ha llevado a tener ejercicio permanente con la OTAN, con Estados Unidos, con países europeos, desde lo que es rescate hasta operaciones más complejas”, revela el analista.

Guillermo Holzmann agrega que esta situación es la que hace que el día de hoy Chile sea un fuerte candidato a integrar nuevamente el Consejo de Seguridad de la ONU.

“Chile no es potencia ni es líder mundial, Chile es un referente desde el punto de vista económico y tiene credibilidad desde el punto de vista político. Y son esos elementos los que hacen que los otros países hayan pensado que Chile podría en la práctica representarlos bien en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pero a su vez también, en el Consejo de Seguridad, no cabe duda de la presencia que hemos tenido, del hecho de que cooperemos con la seguridad internacional, que nos interese la seguridad internacional, son elementos que sin duda son bien evaluados”, explica.

Sin embargo, el analista experto en temas de defensa, Eduardo Santos, apunta a un factor histórico que explicaría que el momento más importante de compra de aviones para las Fuerzas Armadas ocurra a principios de los años 2000.

A su juicio, se trataría de una política de compensaciones por los primeros enjuiciamientos a los militares vinculados a violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.

“La gran compra de armamento que se hizo, que en mi opinión pudo exceder las reales necesidades del país, se debe de alguna manera, en mi opinión personal, a compensar a las Fuerzas Armadas por las negociaciones que se daban en torno a los efectos del régimen militar y el problema de los derechos humanos y de permanente crisis que se vivió en los años 90 y 2000 por las fricciones con las Fuerzas Armadas producto de la dictadura militar. En otras palabras, era la política de la zanahoria y el garrote, por un lado te compro aviones y tanques y por otro lado te meto presa a gente que se portó mal”, expresa.

A nivel regional, Eduardo Santos destaca que Argentina no ha reforzado significativamente el armamento de sus Fuerzas Armadas en una década y que la última gran compra se remonta a la Guerra de las Malvinas. En ese sentido, comenta que Perú y Ecuador también invirtieron en armamento para prepararse en guerras internas, mientras que en las últimas décadas Chile no ha avizorado conflictos bélicos internos o con algún otro país.

Pese a ello, desde el año 1990 a la fecha se han invertido 10 mil millones de dólares solo en compra de armamento, sin considerar la gran parte del presupuesto de la nación destinada para sueldos y pensiones de las Fuerzas Armadas y los 4 mil 500 millones de dólares de excedentes del cobre reservados para una eventual compra de armas.

Ya sea por razones políticas o de posicionamiento internacional, los analistas coinciden en que Chile está gastando en armamento mucho más de lo que debería.