Productores lecheros conocen técnicas para el uso eficiente de recursos

18 Abril 2013

100 personas tanto en Osorno como Río Bueno, los productores lecheros pudieron conocer las recomendaciones para un manejo eficiente de las praderas en otoño.

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El Consorcio Lechero, a través de su Programa de Difusión Tecnológica “Uso eficiente de recursos forrajeros en lecherías del sur de Chile”  realizó el programa de charlas técnicas denominado “¿Conoce su pradera y fertilización en otoño?.

En estas reuniones se realizó el lanzamiento de la ficha técnica “Praderas en Otoño”, realizada por el Comité de Pastoreo del Consorcio Lechero.

La pradera

El asesor agronómico Julián Parga centró su exposición en aspectos como la caracterización de la pradera, con sus virtudes y limitaciones, a la vez que definió los aspectos fundamentales a implementar en el manejo de otoño; y, finalmente, el manejo de pastoreo recomendado para otoño, también pensando en que la segunda mitad de otoño es aconsejable hacer un manejo de transición al invierno.

“En la primera parte del otoño, cuando tenemos un activo crecimiento de la pradera, el control semanal del pastoreo relativo a frecuencia e intensidad en la utilización, se controla a través de asignación se superficies diarias de pastoreo y tamaño variable, en función de la cantidad de pasto y dinámica de crecimiento de la pradera.

Desde mediados de abril hasta junio, es importante ir alargando la rotación de pastoreo para llegar a junio con un descanso entre pastoreos de 6 semanas para enfrentar en mejor forma el invierno.

“En las alturas de pastoreo están las de entrada y las de salida. Cuando se maneja asignando una franja de tamaño variable, se controlan las alturas de entrada y las alturas de residuo. Ese manejo es bastante comparable a los manejos de primavera: Es decir, entrar a pastorear con 15 a 18 centímetros de altura y salir con residuos de 4 a 5 centímetros”.

En general, dice Parga, el otoño es una época favorable para la pradera, en el sentido que se juntan temperaturas adecuadas con mayor humedad en el suelo, por lo que hay un repunte en el crecimiento de la pradera. “En años con veranos tan benignos como el de este año, el otoño continúa siendo extraordinariamente benigno. El repunte de la pradera ha tenido tasas de crecimiento bastante más altas que las que acostumbramos. Diferente es la situación cuando viene un verano seco, en que la pradera tarda bastante en recuperarse y el repunte de otoño es bastante menor”.

Los principios del manejo no cambian, sí las frecuencias de pastoreo. En las condiciones actuales, se pastorea entre 18 a 21 días. En un otoño menos favorable, el intervalo puede llegar a ser de 4 semanas.

En otoño hay que pensar en manejo como la fertilización estratégica con nitrógeno, mejorando las tasas de crecimiento otoñales y generando reservas para la primera etapa del invierno. También se recomienda hacer control de malezas, ajustes de carga animal y, muy importante, a fines de verano y comienzos de otoño, hacer un presupuesto forrajero para las distintas épocas del año.

Fertilización

La doctora Marta Alfaro se refirió al manejo del nitrógeno en la fertilización de otoño. Analizó cómo optimizar su uso, reducir costos y sacar mayor provecho al nitrógeno.

“El mensaje es que los suelos del sur de Chile, de la Región de Los Lagos, por las características que tienen en cuanto a un alto contenido de materia orgánica, cuando están bien manejados y no tienen restricciones de fertilidad, pueden ser el principal aporte de nitrógeno en el sistema”.

Marta Alfaro agregó que pueden ayudar a reducir sustancialmente la cantidad de nitrógeno importado al suelo, tanto a través de purines o nitrógeno comercial.

Por eso, la investigadora de Inia Remehue sostuvo que lo mejor es diseñar una estrategia en el tiempo que permita aprovechar al máximo el nitrógeno que aporta el suelo. ¿Cómo hacerlo en otoño?. “Lo más importante es saber que cuando tenemos un suelo que no tiene problemas de fertilidad, esto es, que se ha corregido la acidez, sin limitaciones de fósforo, naturalmente desarrolla la capacidad de transformar el nitrógeno de la materia orgánica del suelo en nitrógeno disponible para la planta. Si tenemos un suelo que es ácido o sin los niveles adecuados de fósforo y azufre, este proceso no va a ocurrir en los niveles que queremos”. Por eso, se recomienda evitar los problemas de déficit y superarlos, pero con mucha fe en lo que se está haciendo. “Luego de esto, si se aplica fertilización nitrogenada porque vemos que la pradera no responde, por ejemplo, lo que hacemos es que los organismos del suelo se vuelvan flojos. Hay que obligarlos a ser activos, lo que es muy parecido a la fijación biológica del nitrógeno, que en la medida en que se fertiliza, se reduce significativamente”.

Existen estudios de Inia Remehue que indican que, si se tiene un suelo bien fertilizado y se le obliga a entregar este aporte de nitrógeno, es posible alcanzar producciones de 11 a 12 mil kilos de materia seca con una fertilización estratégica muy puntual.

Marta Alfaro recordó que si se habla de fósforo y potasio, siempre se piensa en el suelo. Y, si se habla de nitrógeno, se piensa en la planta. Por eso, el tema que se debe cambiar es que, cuando hablamos de nitrógeno, debemos pensar en la contribución que el suelo puede hacer.

“Lo otro es que no se trata de cuánto nitrógeno aplico, si no de cuánto nitrógeno aprovecho y que ya tengo en el suelo”.

En la medida que los suelos tienen una alta fertilidad, naturalmente proveerán nitrógeno. En praderas es posible determinar, con un sistema de rotación, cuánto aporta al suelo determinando la mineralización de nitrógeno; cuánto es lo que la planta requiere, basado en su producción y el contenido de nitrógeno que la planta tiene y sólo aplicar la diferencia, no aplicando a calendario fijo.

“Los datos nos muestran que, en otoños cálidos como el que tuvimos el 2012 y este año, no necesitaría fertilizar. Por eso es que la gente ha visto que la pradera crece e incluso ha ensilado, aprovechando el crecimiento, sin aplicación de nitrógeno. Al contrario, cuando la gente fertiliza, lo que hace es generar un problema porque se crean contenidos de nitrógeno muy altos en la pradera y, posteriormente, hay sistemas que experimentan la sensación que las vacas dejan de comer, porque las praderas se vuelven poco palatables con el exceso de nitrógeno y, particularmente de nitrato, que puede causar problemas de salud. En el largo plazo, tenemos problemas de preñez en las vacas, por exceso de urea en la sangre”.

La demanda de nitrógeno se produce en esta zona en la primavera, pero no en los inicios, si no en octubre y noviembre, cuando el ritmo de crecimiento es mucho más alto.

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