La reforma propuesta por el gobierno es un gran paso para avanzar en la principal asignatura pendiente de nuestra alicaída educación: Mejorar su calidad.
Los esfuerzos de los últimos años en cobertura e infraestructura fueron muy importantes, pero los resultados no mejoraron por una razón muy simple: En definitiva la batalla por la calidad se gana al interior de la sala de clases.
La actual reforma plantea importantes cambios en dos piezas claves del sistema educacional: Los directores y los profesores.
Los Directores de los colegios serán elegidos por un sistema de Alta Dirección Pública Pedagógica, tendrán mayores atribuciones, compromisos de desempeño y una mejor compensación económica acorde con sus mayores responsabilidades. En el caso de colegios grandes la asignación especial será de $850.000.
Los profesores tendrán un verdadero impulso:
A la hora de estudiar habrá becas para atraer a los mejores estudiantes con vocación de educadores. Los que tengan arriba de 600 puntos tendrán una beca completa y los que superen los 700 además ayuda económica adicional e intercambios garantizados de perfeccionamiento en el extranjero.
A la hora de egresar, el 30% de los que obtengan mejores calificaciones recibirán también bonos por su calificación.
A la hora de realizar su trabajo, habrá incentivos que se vincularán al rendimiento (y no como ahora que sólo están relacionados con la antigüedad). En algunos casos, la Asignación de Excelencia Pedagógica (AEP) los profesores con mejores resultados podrá significar hasta el triple de la actual asignación.
Las medidas anteriores, junto a otras de envergadura igualmente importante, son una inyección a la vena para mejorar la calidad de la educación. Y lo que está claro que éste es un ámbito en que no hay más tiempo que perder.