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Más allá del pinochetismo y el chavismo

21 Enero 2020

Los próximos dos años la política inundará cada rincón de la vida nacional. La principal consecuencia es que se corre el velo que ocultaba las identidades profundas y cada protagonista se ve obligado a exponerse en su desnudez, a definirse programática y estratégicamente.

José Sanfuentes >
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Chile se encamina a definiciones cruciales para su futuro. Hasta el pasado 18 de octubre la escena nacional estaba dominada por los debates económicos, sociales y culturales segmentadamente, la política estaba relegada a los profesionales del oficio. Ha cambiado completamente tal escenario y los próximos dos años la política inundará cada rincón de la vida nacional. La principal consecuencia es que se corre el velo que ocultaba las identidades profundas y cada protagonista se ve obligado a exponerse en su desnudez, a definirse programática y estratégicamente.

Se van acomodando las piezas para enfrentar el desafío constitucional y luego para transitar un turbulento proceso, de  poco más de un año si se sostiene Piñera, que concluirá en la elección de un nuevo gobierno.

De un lado, la derecha conservadora, los defensores a ultranza del modelo neoliberal ultrista impuesto en la dictadura militar - que ha imperado por casi medio siglo y que mercantiliza incluso los derechos sociales básicos - ha decidido atrincherarse en la constitución de 1980, inspirada por la actual UDI e impuesta también por el dictador Pinochet. De allí que la manera razonable de denominar a esta posición es “pinochetismo”. Cabe destacar que esta facción mantiene aún considerable influencia en los grandes empresarios y en los militares.

De otro lado la izquierda conservadora -cuya pasión en la defensa de los intereses populares le significó muerte y persecución bajo la dictadura y exclusión de la transición democrática- se encamina a un proceso de acumulación de fuerzas para intentar un atajo al poder bajo la inspiración del socialismo del siglo XXI, cuyo referente es la experiencia revolucionaria en Venezuela y su aspiración constitucional la Asamblea constituyente bolivariana. Es razonable, por tanto, denominar a esta posición como el “chavismo” chileno.

Ambas facciones son minorías muy activas y poseen suficiente fuerza política como para condicionar fuertemente el comportamiento de las fuerzas democráticas aún mayoritarias en la escena política nacional. ¿Cómo se componen éstas últimas y que les une o desune?

Mario Desbordes señaló hace poco que RN iba a estar unido con la UDI en el apoyo a Piñera, pero nada aseguraba seguir juntos al futuro. Esta fracción de RN apoya el proceso hacia una nueva constitución y propone cambios en la dirección de desmercantilizar parcialmente algunos derechos sociales. Evópoli, la Democracia cristiana y la Convergencia progresista, matices más matices menos, adhieren a tal programa. El dilema sustancial de estas fuerzas políticas y de su sustento social, es no atreverse a dar el paso en cuanto a descolonizarse mentalmente de la ideología neoliberal, bajo la cual han gobernado 30 años, y asumir resueltamente un programa que nítidamente encamine a Chile a un Estado democrático de bienestar y una economía de mercado que supere la hegemonía del rentismo.

Esta perspectiva programática unida a la clara opción estratégica que confía en más democracia, y no en asonadas populistas o militaristas, es el único camino que permitirá a Chile recuperar la convivencia y construir un lugar amable que a todos nos incluya y considere, asumiendo de verdad las justas aspiraciones de dignidad y buen vivir. El Frente Amplio y las incipientes fuerzas que emergen de los desprendimientos de la exConcertación, constituyen hoy la mejor expresión de esta alternativa, sin embargo está por verse si serán capaces de constituirse como fuerza dirigente, atraer a quienes todavía les falta atreverse a dar el paso, y constituir las mayorías políticas y sociales necesarias para la redacción y aprobación de una nueva constitución democrática y para hegemonizar la conquista del poder político el año 2021.

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