Columna de Allamand: Rescate Mineros, otro país

18 Octubre 2010
El impacto mundial del exitoso rescate de los Mineros de Copiapó -donde las cadenas internacionales de noticias le dieron una cobertura inigualable-, es sólo comparable al impacto emocional provocado en todos los chilenos.
Andrés Allamand >
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El impacto mundial del exitoso rescate de los Mineros de Copiapó -donde las cadenas internacionales de noticias le dieron una cobertura inigualable-, es sólo comparable al impacto emocional provocado en todos los chilenos. Cada cual recordará la frase o la imagen que lo haya calado más a fondo. Para algunos será la contenida en el ya universalmente famoso papel que trajo de vuelta la primera sonda, aquella que decía: “Estamos Bien en el Refugio los 33”. Para otros, serán los abrazos a la salida de cada minero.
El país no olvidará la determinación del Presidente Piñera para jugarse entero, desde el primer día, por el rescate; la extraordinaria tarea encabezada por el Ministro de Minería Laurence Golborne y la capacidad técnica sobresaliente del equipo dirigido por el ingeniero Andrés Sougarret. Este último, fue un ejemplo: Sólo dejó que la emoción aflorara cuando su tarea estaba cumplida.
Las palabras de Luis Urzúa, el último minero en ser rescatado tienen un especial significado. Al salir, dijo no sólo que esperaba que “Esto no vuelva a ocurrir”, sino que simbólicamente “Entregaba el Turno”. Esas dos sentencias, no sólo resumen lo ocurrido sino que plantean los desafíos hacia adelante.
El rescate minero demostró que Chile tiene un potencial gigantesco – aun en situaciones de extrema dificultad- cuando hace prevalecer el esfuerzo sobre la desidia, la planificación sobre el desorden, el rigor sobre el azar y el estudio profesional sobre la improvisación amateur. Pero al mismo tiempo, reflejó que en muchos ámbitos el punto de partida muestra atraso. Dicho de otra forma, un país capaz de resolver tan magníficamente una emergencia, no tiene derecho a ser contemplativo con aquellos factores que la generaron. Y “entregar el turno”, es una invocación a que todos cumplan con su deber, a que se eleven los niveles de exigencia con que todos actuamos, a que emerja con fuerza la cultura de hacer las cosas bien.
En fin, a que la unidad con que el país enfrento el drama que ha terminado, no sea pasajera sino que fluya como un rasgo de identidad para los momentos difíciles que nos deparará el destino. Desde ayer Chile es otro país. Es responsabilidad de todos que siga siendo mejor.