Grandes autores continentales: Fernando Vallejo Rendón

Grandes autores continentales: Fernando Vallejo Rendón

03 Agosto 2008
El colombiano Vallejo Rendón y su lengua mordaz no conocen límites con lucidez de francotirador, ha dado desde que lo conocemos, tiros sagaces y certeros al poder, la institucionalidad y la tradición.
Daniel Rojas >
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El documental dedicado a la vida y obra del escritor antioqueño, Fernando Vallejo Rendón (1942), titulado la Desazón suprema y que fuese dirigido por Luís Ospina en el año 2003, dice en un preciso momento, parafraseando un pasaje de Entre fantasmas, libro del año 93 de este provocativo autor… “ y ahora toma aire Peñaranda, contén la respiración, ármate de paciencia, papel y lápiz y ábrete párrafo aparte que te voy a dictar un chorizo, lo que este libro al terminar ha de ser, cuando adquiera su prístino genio y figura, cuando acabe, cuando acabe. así: chocarrero, burletero, puñetero, altanero, arrogante, denigrante, desafiante, insultante, colérico, impúdico, irónico, ilógico, rítmico, cínico, lúgubre, hermético, apóstata, sacrílego, caótico, irreparable, irresponsable, implacable, indolente, insolente, impertinente… y la lista de adjetivos se alarga de forma abrumadora, continua y sigue para terminar con un lapidante deslenguado hijueputa en una variante modulada al ritmo y con la fuerza de las calles de Medellín o más bien Medallo como sardónico, Vallejo, la llama en sus obras … Sabemos rápidamente que el colombiano, hoy nacionalizado mexicano, se esta presentando a si mismo.






Su lengua mordaz, su actitud de abjurador, no conoce límites y su lucidez de francotirador ha dado desde que lo conocemos, tiros sagaces y certeros como aquel maestro nihilista, ese Nietzsche descreído que postuló en contra de la suprema tradición occidental, apolínea y ritualista, racional y enajenante, plagada de parásitos que usufructúan el poder, postrados en las grandes cabezas de la hidra, sofistas de la ciencia, rémoras de la iglesia y ninguneadores de la gramática con su hermana menor la crítica literaria.
Temas sobre los cuales Vallejo demuestra una extensa documentación y experiencia, pues además de escritor y activista en pro de los derechos de los animales, (donó
cien mil dólares para los perros callejeros de Caracas y no hay libro suyo en el cual no abogue por ellos ) es biólogo, gramático y estudioso profundo de la historia, la fe y la literatura, así lo demuestran sus ensayos. Logoi del año 1983, titulo que versa sobre los procedimientos de la prosa y retórica, arremetiendo contra los clichés y el ámbito crítico que suele endiosar sin considerar el uso y abuso de formulas lingüísticas y el origen y evolución de estas. Como es habitual en Vallejo Rendón, sus ejemplos y erudición filológica a la hora de elaborar un ensayo lo llevan a un, por un paseo universal siempre en los linderos del lenguaje, latín, griego, ingles, francés e italiano en 32 capítulos que dedica a Rufino José Cuervo, gramático ambicioso al cual el colombiano siempre alude y que se torna una de sus obsesiones como Porfirio Barbas Jacob o José Asunción Silva. Ambos extravagantes e innovadores poetas también de Colombia y a los cuales ha dedicado sendas biografías.
En la misma línea del tratado desmitificador, que recuerdan a un renacido Vargas Vila o Juan Montalvo, se halla el Manualito de Imposturología Física del 2005, sin duda un terreno peliagudo el de entrar a debatir a un campo ultra-acreditado como es el de las ciencias, sin embargo su intención más que doctrinaria o absolutista, es la de buscar demostrar a este mono erecto que aún esta en vías de ser algo, su nimiedad universal y su soberbia justificada en formulas y códigos dogmatizados. En el libro habla de los fraudes que a su juicio, han legado a la humanidad las dizque-mentes más brillantes de la ciencia. Ya lo había hecho con Darwin en 1998 con su Tautología Darwinista, ahora alude a los físicos Maxwell, Newton y Einstein a los cuales mide en Aquinos (A), (por Santo Tomas) Especie de unidad que equivale a la cantidad de patrañas y charlatanerías que han esculpido en el bronce estos tipos con sus "marihuanadas"







Finalmente guarda un regalito para la santa sede, los profetas, Mesías y cultos milenarios sin distinción, expone aberrantes pasajes de la historia antigua, medieval y clásica, manejos económicos y políticos contemporáneos, cruzadas, morbo gótico, corrupción, pedofilia y prevaricación, barbarie, incesto, además de un exhaustivo análisis de fuentes que nos lleva a preguntar, a que bibliotecas accede este hombre, que códices secretos y libros prohibidos ha revisado para poder montar una Puta de Babilonia (año 2007) la cual además pone sobre la mesa contradicciones léxicas y sintácticas en los discursos de los libros sagrados e intachables, insistiendo en el manejo humano tras sus páginas. Entre otras candentes declaraciones fundadas en datos que tiñen de rojo las aguas que corren por debajo de los templos y sus feligreses.
Desde luego, Vallejo Rendón no escatima en estos casos en cuanto a ironía, humor y un manejo del lenguaje coloquial y escatológico que curiosamente en vez de atenuar el discurso lo hace más directo y descarnado en concordancia a la verdad que esta construyendo.
En cuanto a lo novelístico, aún cuando lo biográfico personal o referente a su familia o influencias, caso del mensajero año 1991, dedicado a Ricardo Arenales o Barbas Jacob, nunca lo abandona, hay una primera etapa que se agrupa en El río del tiempo, de la cual hubo cinco entregas. Los días azules de 1985 allí refleja episodios de su infancia en paisajes rurales y urbanos de Colombia, luego en El fuego secreto del 87, aborda la adolescencia y el tema de la droga y la homosexualidad en Colombia, a los cuales volverá después ya fuera de la saga, pero aún más cínico, cuestionando el poder del narcotráfico, la violencia y deshumanización en su país de origen. El retrato hiper-realista, se titula la Virgen de los Sicarios y corresponde al año 94. Las entregas siguientes del río del tiempo son Los caminos a Roma del 88 y Años de indulgencia del 89, en ellas narra sus experiencia fuera del continente, específicamente Europa, Roma, y Nueva York para concluir con Entre fantasmas del 93 ya de regreso, en tierras hispanohablantes, México, la cual le es muy querida y en la que vive desde los 70.
En cuanto a sus últimas obras, fuera de la pentasaga, La virgen de los sicarios se destaca más allá de lo polémico, pues pese a los numerosos desacuerdos con sus compatriotas, esta se erige como un refrescante diseño, dinámico en su apropiación del lenguaje, con un fluir de la conciencia vertiginoso, documental, iconoclasta pero a la vez plagado de digresiones, juicios personales, sátiras a nuestros hábitos, pasividad y cultura erudita, arrancada de cuajo de los anales para ser expuesta como mundanos dardos y burlones aforismos.
"La Honradez sirve para lo mismo que sirven las tetas de los hombres" "¡¡Ya vienen por mi los gallinazos¡¡.... así quiero acabar yo como ese cadáver en las tripas de esas aves esplendidas, volando¡¡" "Niño... Cuando la humanidad se sienta en sus culos a ver 22 adultos infantiles correr detrás de un balón, se jodió; no hay esperanza." ¿Qué le pediría Alexis a la Virgen? Dicen los sociólogos que los sicarios le piden a María Auxiliadora que no les vaya a fallar, que les afine la puntería cuando disparen y que les salga bien el negocio. ¿Y cómo lo supieron? ¿Acaso son Dostoievsky o Dios padre para meterse en la mente de otros? ¡No sabe uno lo que uno está pensando va a saber lo que piensan los demás!
Ideas que con gran musicalidad destilan acidez y que sin empacho se defecan sobre toda el género humano o la paridera como el la llama, apelando a favor de la esterilización o el acabose de la civilización como la conocemos. La historia a grandes rasgos, retoma lo personalísimo y el protagonista, un Vallejo viejo y retirado, escritor maduro y homosexual, vuelve a Medellín de su autoexilio por el viejo continente y se topa en sus primeros recorridos por esta apocalíptica capital caribeña, con Alexis, un adolescente varado en un prostíbulo juvenil el cual se vuelve su amante, amigo y ángel justiciero, pues el muchacho, además de adonis moderno y despojo de esta sociedad carnicera, Latinoamérica plagada de virulencias y modelillos importados, es un semi-analfabeto, superficial y cargado con una automática pidiendo a gritos una uzi para ser mejor sicario. Ex mercenario de los carteles, su persona se reduce a un remanente o vestigio de la supremacía que detentó el narcotráfico de Pablo Escobar. Asesino que no ha cumplido la mayoría de edad y cuyo mejor prospecto es sumarse a una vorágine de venganzas y masacres con sus antiguos compañeros, por tontos entredichos que nunca acaban producto del ocio y la aceptación de la crueldad como predestinación y eterno retorno, debido al pésimo control de natalidad, educación, miseria e intervención institucional de la iglesia en contra de los preservativos en medio de un hacinamiento y caldera urbana que no soporta la explosión demográfica que arrasa todo como marabuntas sin conciencia.






Vallejo Rendón, no es un autor para estómagos débiles, impresionables, mojigatos, chauvinistas o pusilánimes que buscan autocomplacencia, un locus amoenus, elogio y palmada en el hombro o más de la misma formula que recetó el mundo moderno, cuadros pulcros, asépticas dosis de la realidad, majestuosidad fastuosa y sedantes en forma de magia y pintoresco costumbrismo, hecho delicada ensoñación y altares para la familia, el escapulario, daguerrotipo y blasón. En cierta medida es casi un paradigma que sea colombiano es la antítesis de lo que se espera en nuestra literatura, por ello el Desbarrancadero, obra que le valió el Rómulo Gallegos en el 2003, es un retrato opuesto a Cien Años de Soledad, con el respeto que merece esa gran obra de Gabo, la voz de Vallejo resulta saludable al ser una mirada alterna, una sucesión de generaciones pútridas en un ambiente infecto sin sutilezas y dilataciones, Vallejo asiste la muerte de su padre y hermano Darío, este último víctima del sida. Las penosas agonías y la nostalgia a la luz de los excesos de juventud, están paleados por la figura adversa de su propia madre, a la que denomina "la Loca": "con sus manos de caos, con su espíritu anárquico, con su genio endemoniado, la Loca boicoteaba todo intento de orden de parte nuestra". Nunca trabajó y obligó a su esposo a mantener una familia demasiado numerosa (los niños dormían en habitaciones improvisadas) y complacerla en todos sus caprichos. Esta estética de la sordidez y lo vital sin escondrijos, recuerda al sugerente Henry Miller autor de los Trópicos de Cáncer y Capricornio y desde luego a esos colombianos apostatas maestros de la retórica como fueron Fernando Gonzáles Ochoa padre del nadaismo y Don José María Vargas Vila, excomulgado por el vaticano y feliz por ello. Para bien o mal, o ambas juntas, a fin de no caer en absolutos insalvables, Vallejo Rendón remece conciencias y como Kafka dijera en uno de sus diarios: “la única literatura que sirve, es como un hachazo en un mar de hielo”.
Autor: Daniel Rojas
Publicado en Cinosargo.